Por primera vez en 15 años, España no suspende sin paliativos en el Informe PISA, el estudio elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre el nivel de los estudiantes de 15 años en 72 países. Acostumbrados al suspenso pertinaz, los resultados de este año (por encima de la media de la OCDE en comprensión lectora, justo en el promedio en Ciencias y muy poco por debajo de este en Matemáticas) son sin duda un síntoma positivo. Pero reconocer que la escuela española ha dado un salto no debe hacer olvidar otros datos: que en la clasificación por países España sigue en mitad de la tabla, que la mejora coincide con una caída del promedio de la OCDE, o que las puntuaciones son casi las mismas que hace una década, lo cual implica un estancamiento del sistema educativo español.

El informe efectúa un toque de atención respecto el «extraordinario porcentaje de alumnos repetidores», en palabras de la propia OCDE, que genera el sistema educativo español, con un 31% de alumnos que ha repetido una o dos veces. El índice de repetidores es 19 puntos superior al de la media, con todo lo que ello implica en términos de coste y de aprendizaje. Y los resultados en Ciencias son, siendo generosos, discretos.

En Andalucía los datos son peores, pues sitúan a nuestra comunidad a la cola de España: último lugar en ciencias, con un retroceso de trece puntos, y penúltimo en lectura (si bien en esta habilidad los alumnos andaluces mejoran dos puntos) y en matemáticas, donde la bajada es de seis puntos. La Junta de Andalucía los acepta, pero no sin matices --señala que los 54 centros inspeccionados por la OCDE tienen los niveles socioeconómicos más bajos de todos los participantes--, y culpando a los «efectos negativos» de la Lomce del retroceso.

Es evidente, y el informe lo pone de relieve, que las diferencias de rentas entre unas autonomías y otras inciden en el nivel educativo, y Andalucía parte de una posición más débil que otras comunidades en las que se han superado las medias de preparación de los alumnos. Sin embargo, eso no exime de la responsabilidad de intensificar el esfuerzo para acortar distancias, pues en la educación está el futuro de toda la sociedad. Lo inesperado del informe para Andalucía se resume en la marcha atrás que refleja respecto del 2012, lo que exige una reflexión y medidas correctoras que la Junta de Andalucía se muestra dispuesta a adoptar.

Los resultados del PISA llegan en un momento en que el Gobierno se aviene a dialogar tras los nefastos años de José Ignacio Wert al frente de Educación, en busca de un Pacto de Estado que se antoja esencial para el futuro del país. Porque si salir del pozo de la mediocridad es una buena noticia, no justifica euforias ni oculta el hecho de que la escuela aún necesita mejorar mucho.