Esta va de toros y de Finito de Córdoba. No es que yo sea finitista, es más, en muchas ocasiones he sido especialmente duro con el torero; por su enorme calidad no aceptaba que no diese ese paso adelante que le hubiese catapultado a los olimpos de la tauromaquia. Me revelaba ante su falta resolución en muchos momentos de su carrera. En cualquier caso Finito ha realizado en esta plaza faenas para la historia, autenticas obras de arte. Ha cuajado toros de una belleza indescriptible.

Ahora que se cumplían los 25 años de su alternativa pensaba que debía conmemorarse esa ocasión y darle el esplendor, el lustre y la grandeza que merecía el acontecimiento. Por él y por Córdoba. Es actualmente el único matador que nos identifica en el escalafón. No ha sido así, me apenó profundamente la pobre entrada que registraba el coso a la hora del espectáculo. ¿Por qué somos los cordobeses así? Las únicas corridas que se montan son en la Feria de Mayo y cada año menos. ¡Que pena! Así nos luce el pelo. No recordamos los buenos momentos propiciados por este torero. ¿Ingratos? ¿Desagradecidos? Yo pienso que sí. Próximos a él en esos duros momentos muy pocos, Benítez y Montilla. Naturalmente, no podían faltar sus fieles amigos Ricardo Gallardo y Juan José Padilla.

Y para final la crítica, en este caso benevolente. Sobró el paripé de los reconocimientos del ruedo por los subalternos. Aguantamos impávidos tres cuartos de hora la comunicación de una determinación que ya estaba adoptada de antemano.

El aguacero sirvió para tapar el bochorno que hubiese significado dar la corrida con la plaza de toros vacía. Según tengo entendido se habían vendido alrededor de mil quinientas entradas; ¿con qué ánimo iba a actuar el matador? La lluvia caída, además de limitar las perdidas a la empresa, vino, en cierto modo, a dulcificar la efeméride. H

Alfonso Gómez López

Córdoba