Ua conciencia mundial criada en redes sociales y con aparatitos metomentodo parece que está despertando, restregándose los ojos para quitarse las legañas y dejando atrás un tiempo de autismo social e individualismo onanista. Desde que explotara la primavera árabe y nuestros hijos de futuro cuestionable prefirieran dormir en el suelo del 15-M de la Puerta del Sol a bailar sevillanas en la Feria de Mayo, un sentimiento colectivo empieza a revolotear sobre las cabezas de a quienes la época les ha obligado a pensar, razonar y tomar decisiones. Hoy hay convocada una jornada a global en la que el mundo joven sobre todo va a escenificar su indignación. El descontento y el inconformismo son señas de identidad de la juventud de todos los tiempos, como el valor lo es del soldado. En todas las épocas los jóvenes han marcado tendencias y atraído hacia sí la ira de los veteranos, siempre creídos en posesión de la verdad. Pero lo de ahora, desde el 15-M y la primavera árabe la indignación juvenil es la conciencia de la humanidad honrada en desacuerdo con quienes están destrozando esto por avaricia y egoísmo. No hay derecho a que los jerifaltes de cajas y bancos blinden su cartera con un dinero que pertenece a todos y que encima lleven su empeño a los tribunales por pensar que no son gestores de paso sino ilustres ciudadanos de élite que merecen las mejores pagas del mundo y una pensión tan dorada como para crear fundaciones con las que aliviar su mala conciencia. La convocatoria de hoy es por lo menos un signo de que esa generación que se ha curtido en las nuevas tecnologías tiene un límite de aguante y que su conciencia empieza a señalar a gritos a los desvergonzados responsables del actual cotarro. Parece que se acabaron los tiempos de la inopia.