Sin duda se trata de una carta apócrifa, pues quien la firma, Maquiavelo, murió en 1527, bastante antes, pues, de la fundación del Partido Popular. Pero esta carta apócrifa, referida a tiempos del presente, contiene frases del autor florentino al pie de la letra --que se transcriben en cursiva-- lo que demuestra la vigencia del maquiavelismo y que el poder siempre tiene el mismo manto y le valen las mismas argucias que se recomendaban en el Renacimiento. He aquí la carta:

Querido presidente:

Te recuerdo que "el león no puede protegerse de las trampas y el zorro no puede defenderse de los lobos. Uno debe ser un zorro para reconocer las trampas y león para asustar a los lobos". Cuando entres y salgas fíjate en los dos leones de la puerta, así no olvidarás lo que acabo de decirte.

A veces, según me manifiestas, te imputan obligaciones morales incumplidas, pero ya sabes bien "que la política no tiene relación con la moral". Ahora bien, "no hay nada más importante que aparentar ser religioso".

Te han achacado hasta la saciedad que has incumplido tus promesas electorales, pero eso no debe inquietarte porque, como bien sabes, "la promesa dada fue una necesidad del pasado; la palabra rota es una necesidad del presente". Recordarás que escribí una vez "que un príncipe nunca carece de razones legítimas para romper sus promesas". Aplícate el cuento.

Eres, presidente, demasiado confiado, a pesar de que hace tiempo te advertí que "cuando veáis a un servidor pensar más en sus propios intereses que en los vuestros, y que interiormente busca sus propios beneficios en todas las cosas, ese hombre nunca será un buen sirviente, ni jamás podréis confiar en él". Pero tú, ere que ere, te quedas imperturbable cuando la mano de tu inferior entra y sale de la caja pública, a pesar de que entra limpia como la de un pianista y sale enriquecida y desbordada, como la de un avaro.

Pero no todo es reproche para ti, pues a veces me sigues a pies juntillas. Así por ejemplo no olvidas que "yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla".

"El vulgo se deja seducir siempre por la apariencia y el éxito", por lo que haces muy bien con mostrarte en toda ocasión bajo el palio civil, que en tu caso es el sentido común. Tú y los tuyos debéis siempre afirmar que vuestra conducta y vuestras ideas siguen los dictados del sentido común y negareis esa cualidad a todos los adversarios y a todas sus actuaciones o propuestas. Si estás hablando en público, no dejes de guiñar el ojo izquierdo alguna vez. Esto no parecerá un tic nervioso, sino un signo de complicidad con el espectador.

Lo del palio civil, que tan bien manejas, lo digo porque "los hombres en general juzgan más por las apariencias que por la realidad. Todos los hombres tienen ojos, pero pocos tienen el don de la penetración".

Te quejas con frecuencia de que te ofenden, pero no debes preocuparte, porque sin duda tú eres querido. Recuerda que "los hombres ofenden antes al que aman que al que temen". Y a fuer de ser sinceros a ti no te teme nadie; ni siquiera los empleados del registro de la propiedad, porque desde hace tiempo no son tus empleados.

Me comunicas que al presente estás enormemente preocupado porque han atrapado en pocos días al presidente de honor de tu partido, a un ministro tuyo y a un alcalde de capital importante igualmente de tu partido.

Lo del honorífico en el fondo te gusta, porque estaba contigo distante y superior; déjalo que se complique con su arrogancia; lo del alcalde no hará mella en tu electorado, porque uno más no te quitará ni un voto. Y lo del ministro, que ha podido ser grave dadas su clara culpabilidad y la torpeza de sus explicaciones, lo has llevado muy bien: subrayas y aíslas su dimisión y la presentas urbi et urbi como un ejemplo de dignidad muy admirable; bien, muy bien.

No te inquietes ni te muestres nervioso, tu sigue adelante impertérrito tu envidiable camino, proclamando que detrás de ti, el diluvio. En la próxima carta te comentaré los muchos sucesos semejantes que sin duda se producirán en tu partido entre esta carta y la próxima.

Y mientras tanto, no dejes de repetir una y otra vez: yo soy el vencedor. Así lo serás de verdad.

* Abogado y escritor