Jordi Pujol Ferrusola se lo dejó claro como el agua a los diputados del Parlament el 23 de febrero pasado: "A partir del 90 yo me hago cargo de la 'deixa'. Y no les explicaré nada de este tema porque he sido convocado para comparecer el día 26 de marzo en el juzgado número 31 [de instrucción de Barcelona] y es allí donde toca explicar las primicias". Pues bien, ha llegado el día de las "primicias".

El hijo mayor del expresidente de la Generalitat declara como imputado en el proceso abierto por la fortuna que la familia Pujol ocultó durante tres décadas en Andorra. Dos meses después de que se sentaran ante la jueza sus padres y sus hermanos Marta, Mireia y Pere, que son los otros imputados, el primogénito deberá despejar las incógnitas que rodean al supuesto "legado" que el abuelo Florenci Pujol dejó a su nuera y nietos en 1980 pero que estos todavía no han acreditado con documentos.

"Resulta imprescindible oír en declaración a Jordi Pujol Ferrusola, al ser este la persona que al parecer gestionó entre los años 1990 y 1992 esos fondos y fue el encargado de realizar su reparto entre la señora Ferrusola [Marta] y sus siete hijos, ingresando en varias veces las oportunas cantidades en las respectivas cuentas abiertas por los beneficiarios", reza el auto de citación judicial. En el juzgado y en sucintas explicaciones en la Cámara catalana, varios miembros de la familia han explicado que a la madre y a cada uno de los siete hijos les correspondían unos 62 millones de pesetas de la 'deixa', que tuvo un capital original de 140 millones de pesetas en dólares y que alcanzó los 500 millones de pesetas en el momento de la distribución.

"INTERCAMBIO DE DIVISAS"

Según alegó en la comisión de investigación el tercer vástago, Josep, esa revalorización del capital tenía que ver con los intereses elevados que se pagaban en aquellos años. Sobre esa teoría y sobre el origen del dinero tiene muchos números de ser preguntado en el juzgado el hermano mayor, quien sostuvo en el Parlament que los capitales del abuelo procedían del "intercambio de divisas" fuera de España, aunque aseguró desconocer cómo se administraron hasta que dependieron de él. Eso sí, tanto él como su hermana Marta tenían constancia del botín desde el deceso del abuelo, en 1980.

El propio Pujol júnior secundó a su padre en su intervención en la Cámara catalana y afirmó que existe una carta del abuelo Florenci a su nuera Marta en la que mostraba su preocupación por la carrera política que había emprendido el fundador de CDC. Ese manuscrito, que el 'expresident' también mencionó ante la jueza, no ha sido aportado por la familia como prueba, pero el patriarca admitió que tiene "valor relativo" porque "no está firmado".

ASUMIR LA CONFESIÓN

En su alegato final ante los diputados, el primogénito reveló que le propuso a su padre asumir él la confesión, ya que fue quien gestionó esa fortuna a partir de 1990, pero dijo que el exlíder de CiU insistió en ser él quien diera la cara por «responsabilidad» con la familia. Antes de ello, dejó caer otra sentencia que reclama una mayor explicación: "Desde el 92, yo los he administrado [los fondos] durante una época".

De acuerdo con el relato del clan, el dinero lo controlaron Delfí Mateu de 1980 a 1989, Joaquim Pujol Figa durante unos meses y Jordi Pujol júnior entre 1990 y 1992. A partir de ese último año, se supone que cada beneficiario se abrió una cuenta en Andorra para llevar su parte, pero como admitieron los hermanos Marta y Pere, el mayor de la saga no les entregó los 62 millones de golpe, sino que fue haciendo "ingresos o transferencias" durante dos décadas. Entonces, ¿mantenía abierta la cuenta original y hacía esas operaciones desde allí? ¿A nombre de quién estaba esa cuenta? ¿Movió todo el dinero del "legado" a su cuenta propia y transfería los fondos desde allí? ¿Por qué Oriol no ha regularizado el dinero y dice no tener cuentas en Andorra cuando a cada hermano le correspondía un trozo del pastel? Hoy, vaticinó Jordi, es el día de las "primicias".