La Reserva Federal ha dado un paso más para reducir los estímulos monetarios ante la buena marcha de la economía estadounidense. El banco central elevó ayer un cuarto de punto los tipos de interés, que oscilarán a partir de ahora entre el 1,25% y el 1,5%, un baremo todavía bajo en términos históricos. Esta subida del precio del dinero es la tercera en lo que va de año y la quinta desde que quedaran cerca del 0% para hacer frente a la crisis que quebró la economía mundial hace casi una década.

La Fed anticipó también que la normalización monetaria continuará el año que viene con otras tres subidas, siempre y cuando no se tuerza el rumbo de forma inesperada. La de ayer fue la última rueda de prensa de Janet Yellen, que en febrero será reemplazada por Jerome Powell al frente de la Reserva Federal.

Yellen constató que la actividad económica sigue «expandiéndose a un ritmo sólido» con el repunte de la inversión empresarial y de las exportaciones, beneficiadas por el contexto internacional. El organismo prevé ahora que el PIB se situará en el 2,5% en el 2018, cuatro décimas más de lo previsto hasta ahora. Parte del optimismo se debe al impacto a corto plazo de la reforma fiscal que los republicanos ultiman en el Congreso y que, según el presidente Donald Trump, constituirá la mayor bajada de impuestos de la historia reciente.

La reforma prevé un recorte significativo para las empresas e inicialmente para la mayoría de ciudadanos. «Estamos muy cerca de conseguirlo, muy cerca de votarla», dijo Trump, confiado en lograr antes de Navidad su primera victoria legislativa de envergadura. En ese sentido, Yellen dijo que el consenso entre la Fed es que la rebaja fiscal estimulará la oferta y la demanda agregada para servir de estímulo a la economía. No obstante, mostró su preocupación por el efecto que tendrá sobre la deuda, ya que la mayoría de economistas creen que provocará una notable caída en la recaudación fiscal.