Cuando los demás aprietan, el Córdoba afloja. Gana el Osasuna en Valladolid, gana el Alavés en Elche, gana el Oviedo en Huesca... Las victorias a domicilio son las que dan caché, sean donde sean. Tanto si son en plazas prestigiosas, como Zorrilla o el Martínez Valero o en campos inhóspitos como El Alcoraz, con un viento infernal. El Córdoba ha tenido en su mano hacer algo similar, dar ese golpe, pero ha sido incapaz de mantener el resultado en los últimos minutos.

El equipo de Oltra ha pasado de ver a sus rivales con cierto margen a sentir el aliento en el cogote. Y precisamente está pegando el bajón cuando el calendario más favorable le era. Dos puntos de nueve ante equipos de la zona baja (Albacete, Huesca y Tenerife) no deben alarmar a nadie, pero imagino que les dará una buena bofetada a aquellos que estuvieran en las nubes.

No quiero quitarle valor al segundo puesto del Córdoba, pero entre él y el décimo solo hay cuatro puntos de diferencia. No perdamos la perspectiva. La liga es muy larga y hay que preguntarse si realmente el Córdoba tiene plantilla para subir a Primera. Con los chispazos de arriba no es suficiente. Quizá este equipo tenga lo más difícil de conseguir, lo que tantos años ha añorado, que es pegada; sería una pena que los continuos estropicios en la zona de atrás le imposibilitaran pelear por el ascenso directo. Cuando no es Stankevicius, es Rodas; cuando no, Cisma; si no, Gálvez; incluso Deivid o Razak se contagian.

El Córdoba está ahora mismo en una situación privilegiada. Desde ahí arriba los errores o los fallos quedan relegados. Ahora viene el Oviedo a El Arcángel. Será interesante comprobar cómo reacciona el equipo en su peor racha de resultados ante un rival que viene lanzado y que le puede quitar el segundo puesto, algo que a estas alturas puede parecer intrascendente, pero que realmente es lo único que le está dando vida al Córdoba y a sus aficionados.