Ésta es la pregunta que se hacen muchos padres en las bandas de los terrenos de juego durante los entrenamientos y los partidos. Muchas veces la respuesta es: “a ver si alguien apuesta por él”, “esperemos que tenga suerte”. Dos factores que tienen gran importancia pero que realmente nos desvían de la cuestión principal: ¿lo hace bien? ¿puede mejorar?

Son muchísimas las variables que nos presenta la UEFA o incluso la FIFA en sus estudios: aquellos nacidos entre enero y junio tienen más opciones, los hijos menores de familias numerosas, aquellos que viven en zonas donde el deporte sea predominante... En conclusión, aquellos que tienen la oportunidad de jugar más.

Nosotros debemos basarnos en 3 puntos principales que son los que tratamos a continuación:

Actitud

El aspecto más determinante de todos, sino la tenemos nunca llegaremos a deportista profesional. ¿Y cómo sé si mi hijo tiene una actitud adecuada? Lo primero que deberíamos ver es si el niño es feliz jugando al fútbol, si realmente le gusta, si llega a casa y quiere seguir con el balón, si está deseando que llegue la hora del entrenamiento, si empieza a concentrarse en la previa de los partidos, etc...

Condición Física

En su mayor parte genética cuando hablamos de fútbol, como es el caso de la velocidad o la toma de decisiones, pero que realmente son mejorables cuando el niño entrena en cada una de sus fases sensibles (época en que la capacidades físicas mejoran específicamente). Fíjense que algunos futbolistas llegaron a Primera División por destacar en su físico sobre los demás.

Talento

Es esa habilidad innata para la adecuación al deporte, la agilidad y la inteligencia juntas, esa intuición a lo que sucederá después. Eso que según muchos no se puede adquirir, o se nace o no se nace.

Pues bien, si a al desarrollo de un buen trabajo de un gran entrenador le suman lo anterior, vayan rezando a la diosa fortuna por si aparece un ojeador, porque si su hijo cumple las condiciones anteriores, su hijo estará preparado.

Y no se olviden que cuando más pequeños son para ellos esto no es un deporte, es un juego, por lo que las exigencias excesivas quitarán el gusto por aquello que les vuelve locos: jugar al fútbol.

(*) El autor del artículo es maestro-especialidad Educación Física por la Universidad de Córdoba, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por la Universidad de Sevilla, máster en Preparación Física en el Fútbol por la Real Federación Española de Fútbol y monitor de Fitness Acuático por la Universidad de Córdoba.