¿Qué hacemos con este 2016? ¿Adónde lo mandamos? ¿Con qué nos quedamos? ¿Con ese verano tan desilusionante? Verano. La época para recargar. ¿Y qué hiciste en verano? Nada.

El verano. La época para impulsarse, para hacer locuras, para justificar once meses de trabajo. No lo aprovechaste, así que no, no voy a recordar el verano. Nos quedamos sin gasolina y parece que no te importó. ¿De verdad no te diste cuenta de todo lo que se nos fue? ¿Creías que funcionaría igualmente? Las cosas no funcionan poniéndose una venda. Fuera verano.

El invierno. El invierno, peor todavía. Lo teníamos todo para triunfar. Veíamos al resto del mundo desde la cima. ¡Guau! Era impresionante. Qué bien nos sentíamos. Cómo si nada pudiera destruirnos. Quizá ese fue el error. Creernos invencibles. Dejarlo todo como estaba. Las relaciones hay que alimentarlas, por muy bien que estén. ¿Y qué hicimos? Meter de por medio a un muchacho -¿Eddy se llamaba?-. Qué pretendías con eso; eso no es alimento. Así estropeaste un invierno que prometía mucho.

No voy a tirar el invierno a la basura, pero tampoco me lo quedo entero.

¿Qué hacemos con la primavera? La montaña rusa. La gente decía que no teníamos futuro, pero tú nunca escuchas a la gente. Vives en tu mundo de fantasía y nadie tiene acceso a él. La primavera nos dio una buena bofetada. Esa dolió. Nuestra casa era una ruina. Todos los domingos un descalabro. Siete domingos seguidos de peleas. Era insoportable. Pero luego me hacías cuatro caricias y parecía arreglado.

Ya estaba todo muy viciado.

Nos salvaron los viajes. Ponferrada, Bilbao, Huesca, Miranda de Ebro, Mallorca... En los viajes te transformabas, como si lejos de casa fueras otra persona, sonreías, me besabas... estabas de buen humor.

Así conseguimos salvarlo.

No lo salvamos.

Conseguimos alargarlo.

Esa montaña de vaivenes que fue la primavera nos permitió estirar lo que ya estaba casi roto. Y por poco lo salvamos, sí, pero el último viaje, Girona, fue nuestra tumba.

Ahora que lo miro con perspectiva me parece que fue una primavera estresante porque no sabía por dónde me ibas a salir. Y yo necesito tranquilidad. No sé si quedarme con la primavera.

El otoño ya parece otro año, pero sigue siendo el 2016 de aquel invierno desaprovechado. Ya no somos los mismos, las caras han cambiado, pero la esencia no se va.

Tampoco creo que en otoño tocáramos fondo, quizá hubo otros momentos peores, pero este otoño quedará marcado por el adiós. Desconozco cómo vendrá el 2017. Parece que la montaña rusa nos vuelve a acechar. Al menos comenzaremos el invierno con menos perspectivas que el anterior. Si hay caída, no será tan bestia.