Él, futbolero de siempre, tuvo que ir acompañado ayer de su hijo, que tiene tanto interés por el Córdoba o por el fútbol como por la física cuántica. Pero le falló su hermano y se trajo "al niño", que roza ya la veintena y está casi en los dos metros, "para que no se aburriera en casa‡" y también por "sugerencia" de la madre.

El Arcángel guardó respetuosamente el minuto de silencio por la barbarie ocurrida en París, incluso se pudo ver alguna improvisada bandera francesa, y fue tema de conversación en los minutos previos entre padre e hijo.

Y nada más iniciarse el duelo, la grada devolvió a Íñigo López lo que le debía desde la temporada pasada. Cada vez que el defensa tocaba el balón la pitada era notable e incluso en algún que otro momento, a través de un canto ya clásico, asociaban su nombre al de un destilado.

Le costó arrancar al equipo, pero cuando lo hizo tiró de la grada. Esa casi media hora de la primera parte en la que el Córdoba funcionó ante un Huesca muy pobre han sido, probablemente, de los mejores momentos de El Arcángel en esta temporada. "¿Cómo que te aburres? ¿Pero tú sabes lo que estás diciendo? Pero si estamos jugando mejor que nunca, chaval‡", le decía "al niño", que sólo acertó a responder: "Pues como habrá sido lo otro". Poco después, al reanudarse el juego, el gol de Fidel. Y "el niño" tenía que aguantar más de un puñetazo del padre en el hombro.

Luego vino el silencio, la desesperación... Incluso la grada fue bajando en ruido, progresivamente, pasito a pasito. El partido era un tostón, pero no parecía que pudiera peligrar el resultado. "Ahora sí que tienes razón, niño; vaya tostón", le reconoció el padre al hijo. Justo después llegó el gol de Machís. El "niño" promete no regresar.