En el final de la primera vuelta, tan propicio para hacer balance, sobrevuela una palabra por encima de todos los análisis: increíble. En septiembre, tras ver el partido ante el Alcorcón, era incrédulo con este equipo. Que acabe colíder me parece una verdadera sorpresa y digno de admirar.

Dicen que queda lo más difícil, y es cierto que al final todo se decidirá en mayo, pero Oltra ya ha conseguido algo muy valioso: que sus jugadores se crean que pueden subir a Primera. El Córdoba respondió al envite de sus rivales la semana pasada, cuando la mayoría ganó a domicilio. Y lo hizo en un campo de los grandes, por muy mal clasificado que esté el Almería. Hacía falta dar ese puñetazo tras un bagaje de cuatro puntos sobre los últimos 15 como visitante.

Viendo la clasificación puedo entender que la directiva sea reacia a fichar por si el vestuario, que parece tan cohesionado, lo toma como una señal de duda. Pero con el inmovilismo se le estaría haciendo un flaco favor a ese mismo vestuario, que sería el primer beneficiado con los refuerzos. Sin ir más lejos, la próxima jornada Oltra tendrá que recomponer de nuevo a su defensa por las bajas de Deivid y Stankevicius. En la plantilla solo hay cinco defensas específicos, así que deberá adaptar a otros hombres. Por lo tanto, no se trata de falta de confianza en la actual plantilla, sino de falta de amplitud, algo que no tiene que ver con los futbolistas, sino con quien confeccionó el plantel.

El hecho de que la escasez sea en la retaguardia agrava el problema, pues es la zona más expuesta a sanciones. Claro que se puede seguir con lo que hay, y por supuesto que se podría lograr el ascenso, pero ¿no es un riesgo muy alto? ¿Merece la pena correrlo si se tiene la posibilidad de fichar? Los rivales moverán ficha y sería una pena que los blanquiverdes se quedaran quietos. Fichar no es dudar de la plantilla, es anticiparse a futuros contratiempos.