Después de tres décadas, dice que ha vuelto a los inicios. La culpa la tiene China. "Venir aquí es como volver a empezar", cuenta Luz Casal en una entrevista en Pekín, donde se está dando a conocer a lo grande: cantando en mandarín. Su elegante imagen, con un vestido palabra de honor rojo --uno de los colores talismán de la cantante compartido por los chinos-- a juego con sus labios, destaca en el cartel de presentación de la gala de Año Nuevo de la televisión de Pekín, la BTV, en el que aparece junto a múltiples cantantes y artistas, extraños a ojos de occidentales.

Está en Pekín para enfrentarse a una ardua tarea: entrar en las casas de 700 millones de ciudadanos chinos en uno de los días más importantes del año, su nochevieja, el paso del año del caballo al de la cabra; y hacerlo sin apenas ser conocida. "La verdad es que fue toda una sorpresa la invitación", explica Luz entre retoques de maquillaje e interrupciones de empleados de la BTV que la preparan para participar en la rueda de prensa. Es su segunda visita a China, pero sigue sintiéndola como la primera. "Cuando vas a un país con el que no tienes mucha relación tienes la sensación de estar como casi empezando. Tienes que explicarle a la gente cosas que pensabas que no necesitabas ya. Podría parecer pesado, pero yo lo vivo con mucha ilusión", comenta la artista, poco antes de subir al escenario. En él, con una energía que contagia a pesar de llevar aún el jet lag encima, la cantante demuestra que sabía a lo que venía: "Cantaré Piensa en mí , música de una película de Almodóvar, y una canción muy conocida en China, Historia de un amor y, aunque no hablo chino, me he aprendido algunas palabras para cantarla en vuestro idioma", cuenta Luz a la audiencia, que rompe en aplausos.

Algunas palabras, o toda la letra de una canción. "Llevo un mes aprendiéndomela. La verdad es que no sabía si iba a ser capaz, me ha costado, pero ha merecido la pena", confiesa Luz Casal, quien se asocia con un cantante hongkonés muy popular en el país asiático para la versión china de Historia de un amor , en la que el estribillo es lo único en español.

"Es una muestra de agradecimiento", asegura la estrella, para quien los idiomas no han sido nunca un problema, aunque supongan un esfuerzo. Le sirven, dice, para transmitir un mensaje: "Sé dónde estoy y sé el esfuerzo que estáis haciendo vosotros, que quizá no entendéis las letras de mis canciones".

Sin miedo, se lanza a felicitar el año en mandarín para la televisión pequinesa, líder en la capital pero también con gran audiencia en el resto de China, y no duda en plantearse seguir estudiando este difícil idioma. "Es como si fuera otra persona la que canta", comenta sobre sí misma cantando en chino, un reto que ha superado con creces en el que es "el mejor momento" de su vida tras el parón que le mantuvo fuera de los escenarios y su triunfal vuelta con Almas Gemelas , su último trabajo.