En 1977, el único lugar de Europa Occidental donde todavía se podían observar a los patos malvasía cabeciblanca era la laguna de Zóñar, en Aguilar de la Frontera, donde tan sólo se censaron 22 aves, las últimas de nuestro continente. Allí, un 17 de noviembre de 1977 un grupo de biólogos cordobeses que iban a realizar un censo se indignaron ante una cacería, perfectamente legal, que acabó con centenares de patos. Comenzó entonces el trabajo para proteger esta especie tan amenazada al conseguir la prohibición de la caza en Zóñar. Ayer, uno de esos biólogos, José Antonio Torres Esquivias, hizo un paréntesis en este trabajo y presentó un libro en el que recapitula la historia conservacionista de estos 25 años.

"Por extraño que parezca hablando de medio ambiente, ésta es la historia de un éxito", comentaba en la presentación Benigno Varillas, referente de la ecología en España y editor de la revista Quercus . "En 1977 pocos conservacionistas daban por perdida la batalla, pero la realidad es que a día de hoy son 2.600 los ejemplares de malvasía que se contabilizan en el sur de España". De esta forma, según los expertos, se puede afirmar que esta especie está a punto de abandonar el umbral de "grave peligro de extinción" gracias a la labor que narra Torres Esquivias en Las malvasías cordobesas veinticinco años después .

"Y podíamos haberlo hecho ya --según el autor del libro-- de no haber sido por la invasión de una especie americana que fue introducida artificialmente en Inglaterra. Allí empezó a criar en libertad y se convirtió en una especie invasora que llegó a España y comenzó a mezclarse con la malvasía mediterránea produciendo híbridos". Esta invasión está afectando a la especie mediterránea, que en el 2000 contaba con unas 4.500 especies.

Lo cierto es que Córdoba ha sido pionera en la conservación de especies y ahora se sirven de este modelo países como Francia e Italia, donde se están empezando a introducir malvasías cabeciblancas donde antes se habían extinguido.