Voluntarios de Cruz Roja que trabajan con refugiados extranjeros acogidos en la provincia han denunciado a este periódico que el «despido» al mismo tiempo de los cinco técnicos que venían trabajando durante seis meses con estas personas ha sido «muy duro» para ellos, pues «son personas muy vulnerables, que no entienden nuestro idioma» y que ahora se verán obligados a «contar de nuevo su historia, a revivir su dolor». Así se expresa Amalia Pedraza, voluntaria de la entidad humanitaria, que cree que estas familias necesitan una «continuidad» en las personas que los atiendan pues si no «pierden sus referencias» y «se les rompe un vínculo» importante. Al parecer, Cruz Roja tenía contratados cinco técnicos: abogado, psicólogo, mediador y dos trabajadores sociales, que fueron despedidos en diciembre, tras seis meses de trabajo en el programa de acogida a personas refugiadas. Según dijo la entidad humanitaria a este periódico, «Cruz Roja ha decidido prescindir de sus servicios y ha considerado oportuno sustituirlos por otras personas». De esta manera, este portavoz de la entidad humanitaria señaló que en ningún momento los refugiados se han quedado desatendidos y ya se está contratando otro personal y «el equipo se va a ampliar en los próximos días». De hecho, en Andalucía Orienta aparecía en diciembre la convocatoria de 11 puestos de trabajo para el Programa de Refugiados de Cruz Roja en Córdoba, para administrativos, monitores y diplomados en Trabajo Social.

Amalia Pedraza insiste en que los técnicos que se han marchado ya tenían con los refugiados «un vínculo» creado y plazos que tenían que atender y que se debería dar «continuidad» en la atención. En estos momentos Cruz Roja atiende a unas 50 personas refugiadas en el albergue. La última acogida fue en diciembre.

Así, entre Córdoba y el centro de Puente Genil, Cruz Roja acoge actualmente a casi un centenar de solicitantes de asilo, personas que llegaron a la provincia huyendo fundamentalmente de las guerras que se viven en sus países, aunque en ocasiones también por sufrir persecuciones por motivos políticos o religiosos.