Pocos días después de denunciar la desaparición de sus hijos, y mientras la Policía investigaba la hoguera de la finca de Las Quemadas en la que según los primeros indicios podría haberles dado muerte, José Bretón promete a su mujer, Ruth Ortiz, que le devolverá a los pequeños. "Pensar en los niños me da fuerzas", le asegura. "José, ¿me los vas a traer?", le pregunta ella al otro lado del teléfono. "Te los tengo que traer, tarde más o tarde menos", contesta.

Esta fue una de las conversaciones que pudo escuchar ayer el jurado popular en la penúltima sesión del juicio a Bretón, en la que se expusieron las pruebas documentales. El padre de los niños habla prácticamente con un hilo de voz con su mujer, haciendo un esfuerzo dentro de su aparente hundimiento. Así lo hace también, con el mismo tono apagado, el 16 de octubre, dos días antes de ser detenido, ocho después de la desaparición de los pequeños. Son las 18.17 horas y la llamada dura apenas 30 segundos. "Te llamo para animarte, que tú siempre has sido más fuerte que yo y siempre lo estás demostrando (...) Que la carta que has leído esta mañana en Huelva en una concentración ha estado muy bonita (...) Yo te los tengo que devolver. Eso me da fuerzas".

Pero poco después, tan solo un minuto después, a las 18.18 horas del mismo día, Bretón es otro. "¿Conchi? ¿Qué haces? ¿Sabes de qué me estoy acordando? De hace 14 años, del día que tuviste el flemón en la boca y me quitaste el beso que te iba a dar". La amiga se ríe y él se alegra de haberle "sacado una sonrisa". Bretón no es ya el del tono apagado de hace un minuto con su mujer, ahora muestra un tono jovial, empalagoso por momentos, entregado a una conversación de contenido casi adolescente... El padre de Ruth y José, desaparecidos hace ocho días, investigado por la Policía, está ahora, simplemente, ligando. A los niños ni los nombrará a lo largo de los doce minutos que durará la conversación (con Ruth apenas empleó 30 segundos un minuto antes). "Es que hace tanto tiempo que no te veo... Seguro que estás más guapa (...) Con la piel tan fina que tú tienes", le dice a Conchi. "A ver si me haces un poco de hueco en tu vida" le propone sin rubor. Pero "¿tú te has casado?", le pregunta la vieja amiga. "Eso te lo tengo que contar en directo, que es complicado", le contesta. Así es que a hablar de si Conchi fuma, si Conchi bebe, si Conchi se ha pintado el pelo de rojo... De los niños, ni palabra. Una conversación que el jurado, compuesto mayoritariamente por mujeres, escuchó ayer a veces con cara de poema, casi siempre de sorpresa y, por momentos, un punto de indignación.

Otras preocupaciones

Bretón está esos días preocupado por el "acoso" al que lo someten los medios de comunicación y por las "filtraciones" sobre la investigación. Se lo comenta a una abogada el 12 de octubre y a un amigo suyo dos días después. Según se pudo escuchar ayer en la sala, a este, guardia civil de profesión, le expresa también su preocupación por la poca credibilidad que la Policía le da a su versión sobre la desaparición de los niños. "Desde el mismo sábado (el 8 de octubre, día de los hechos) le dijo un policía a mi hermana que estaba todo super claro, que tenían que contrastar...". "¿Qué les digo? Que me he ido de putas hace dos semanas, que es la única vez que he ido y que no se me ha levantado ni nada...", le cuenta sacando a relucir una experiencia que no se cansaría de contar en días sucesivos a los policías.

¿Y los niños? Apenas aparecen en sus llamadas, al menos en las que ayer se pudieron oír. "¡No los encuentro!", grita al 112 cuando avisa de su desaparición. "Hace media hora que no los tengo localizados", añade después. "Había un grupo de gente --explica-- y cuando echo mano de ellos no los veo". Pero solo ocho días después, Bretón está flirteando con una vieja amiga. "Me acuerdo de tu boquita pequeña", le dice meloso.