A la hora en punto, como manda la liturgia taurina, y a los acordes del pasodoble Manolete, una cuadrilla de lujo compuesta por matadores de toros cordobeses cruzaron, en perfecta formación, el «albero simbólico» del salón Liceo del Real Círculo de la Amistad camino del escenario, para rendir un cariñoso y emotivo homenaje a Manolete, en el transcurso del XXVIII Pregón taurino.

La tertulia taurina El Castoreño ha dedicado este pregón de 2017 al gran torero con motivo de cumplirse el centenario de su nacimiento. Y consideró que el mejor homenaje que se le podía rendir al IV Califa era el de sus propios compañeros, por lo que la tertulia, evocando la famosa corrida «monstruo» de 1951, ha organizado el pregón de este año tan significativo sobre la base de once brindis simbólicos emulando al grupo de toreros que participaron en la mencionada histórica corrida de toros compuesta por otros tantos matadores celebrada con el fin de recaudar fondos para erigir un monumento a Manolete en Córdoba. Hermosa idea del crítico taurino José Luis de Córdoba que contó con la ayuda de Carlos Arruza.

Anoche fueron once matadores de toros los que se reunieron en la imaginaria puerta de cuadrillas para iniciar un desfile, serio y ceremonioso y en riguroso orden de antigüedad hasta llegar al escenario; Manuel García Palmeño, José María Montilla, Gabriel de la Haba Zurito, Manuel Cano El Pireo, Agustín Castellano El Puri, Fernando Tortosa, Agustín Parra Parrita, Juan Antonio Cobos El Garbanzo, Fermín Vioque, Rafael González Chiquilín y Enrique Reyes Mendoza, acompañados de José María Portillo, presidente de la tertulia El Castoreño.

Tras las palabras de bienvenida protocolarias de Federico Roca, intervino Manolo Vázquez, que recordó a su padre Pepe Luis Vázquez, que toreó más de cien tardes con Manolete. Portillo habló brevemente de los toreros del cartel de 1951 y enseguida Juan Lamarca, expresidente de la plaza de toros de Madrid, en su disertación, mostró la enorme satisfacción que sentía por participar en el homenaje a una figura sin par en la tauromaquia como era Manolete y dijo que todo lo que se organice en su honor será nada comparado con la grandeza de su figura y lo que significó en la fiesta.

En sus respectivos turnos, los toreros disfrutaron de unos minutos para mostrar su respeto y cariño al gran ídolo caído. Fueron capaces, como cuando toreaban, de conectar con un público entregado que abarrotaba el salón. Elogios, frases cariñosas y abrazos surgieron de todos ellos para el gran Manolete.

Juan Antonio Cobos El garbanzo, por su parte, acompañado a la guitarra por Gabriel Serván, desgranó unos cantes cuya letra glosaba las virtudes del Monstruo. En resumen: fue un acto de gran magnitud que, como rezaba el cartel anunciador, resultó un pregón «monstruo» acorde con la figura a la que iba dirigido.