El Córdoba logró ayer su primer triunfo como visitante en esta temporada en un campo que, hasta ahora, parecía imposible. El Santo Domingo había sido un recinto de sufrimiento blanquiverde, más allá de que se hubiera logrado rascar un par de puntitos en cinco visitas. También más allá del estado del rival, porque de las cinco temporadas anteriores sólo en dos lograron meterse los alfareros en eliminatorias de ascenso. Porque tradicionalmente, el Santo Domingo no suele premiar el juego del visitante y sí disculpar la falta de fútbol del local. Partidos, siempre, en los que no terminaban de atacar los alfareros cuando volvían a aparecer por el área cordobesista. Una tensión continua a la que no se sabía poner fin y que terminaba, la mayoría de las ocasiones, en vuelta a la ciudad con la cabeza gacha. De ahí que, al contrario que hace unos días en El Arcángel, cuando el líder no dio la talla y se podía discutir si fue demérito de los granotas o mérito de los de Oltra, el Santo Domingo, ante el Alcorcón, no dejó dudas: el Córdoba supo jugar el partido que siempre se debe intentar jugar allí. Lo de jugar es un decir, porque en Alcorcón sólo se puede apelar al resultado de manera extremista, sin mirar muchos más detalles. Pero es que el Córdoba ofreció además esos pequeños detalles de manera individual. Bijimine despejó no pocas dudas sobre el momento el que tuviera que echarse un partido de esas características. Kieszek estuvo seguro en los saques de esquina durante el primer cuarto de hora, el único momento en el que los locales empujaron para intentar lograr algo. Oltra acertó en el doble pivote con Luso y Edu Ramos y Juli volvió a demostrar que en ese tipo de partidos sobresale por encima del resto, se convierte en protagonista. Además, el técnico valenciano debió dar su primera titularidad a Caro en detrimento de un renqueante Antoñito que, finalmente, ni siquiera entró en la convocatoria y fue el descarte.

Todos saben, todos sabíamos, que en Alcorcón, lo que se dice fútbol no se ve mucho y el conjunto blanquiverde ni cayó en el error de intentar jugar el balón como si estuviera en el Camp Nou ni en la locura de recular y echarse atrás descaradamente. Logró, también, responder siempre a los balones divididos y aéreos con bastante solvencia y, para colmo, tuvo el golpe de suerte de anotar en una de las dos ocasiones que tuvo en todo el partido. El rival no llegó ni a eso, de ahí que la sensación durante todo el partido era que los de Oltra iban a lograr sacar algo positivo y con solvencia de un campo siempre muy complicado para sus intereses. En cualquier caso y más allá del resultado, el encuentro se planteó y se ejecutó como debe hacerse allí y el Córdoba logró su justo premio.

El primer cuarto de hora dejó la mosca detrás de la oreja. Los de Contra salieron con intensidad y sobre todo a balón parado (cinco saques de esquina en 12 minutos) empezaban a dibujar un cuadro que preocupaba de una manera familiar. Pero el Córdoba consiguió dar unos pasitos hacia adelante poco a poco, ocupando mayor espacio en el terreno de juego y disputar balones a los que antes no llegaba. Transmitía tranquilidad el conjunto visitante y a la media hora tuvo su ocasión en las botas de Edu Ramos tras un desajuste de la defensa amarilla. Dmitrovic se hizo con el balón en dos tiempos. Con un disparo alto de Óscar Plano finalizó una primera parte en la que en los últimos 20 minutos el control del duelo fue blanquiverde.

Intentó el Alcorcón tras el descanso volver a imprimir una marcha más al duelo, volver a la intensidad del inicio del partido, la intensidad que siempre ha tenido el conjunto alfarero en el Santo Domingo. Pero la efervescencia se limitó a un par de burbujitas a cargo de Aguza y Tropi.

Visto que el Alcorcón no daba para más y que el Córdoba parecía haberse adaptado -por fin- de manera sobresaliente al Santo Domingo podía esperarse unos últimos minutos en los que los visitantes intentaran llevarse algo más. Pero no esperó tanto. Una rápida transición de Alfaro, combinando con Guille y finalizada por el onubense, terminó con el gol que significaría el gol del triunfo blanquiverde y con ese golpe de fortuna que se debe tener con la acción de Rodri sobre Nelson. En cualquier caso, los locales nunca merecieron llevarse los tres puntos y si alguien echó monedas para ello fue el Córdoba.

A partir del gol, Cosmin Contra intentó reactivar (más bien activar) a los suyos, pero sus intentos fueron inútiles

Los de Oltra continuaron bien plantados sobre el terreno de juego y lograron que muchos miraran las alineaciones para comprobar si era verdad que sobre él estaba David Rodríguez.

De hecho, incluso pudieron aumentar la renta en el marcador cuando en el descuento Dmitrovic subió a rematar un saque de esquina que finalizó con el balón en los pies de Juli, que lanzó a un Bergdich al que el Santo Domingo sí que se le hizo tan largo como el Camp Nou.

Arcediano -con el que el Córdoba no tuvo mucha suerte en los últimos compromisos- pitó el final de un encuentro en el que varios nombres (u hombres) dieron un pasito adelante. Kieszek, seguro por arriba. Bijimine, Cisma -que sigue en su línea-, Luso y Edu Ramos, Juli... Un triunfo, segundo consecutivo, que debe servir para dar tiempo a los que aún no llegan a ese nivel y que mientras tanto consolida al Córdoba en la parte de arriba. Una victoria, en definitiva, para valorar.