Pues acabó en boda. Pero una boda de verdad. Y a esta boda tengo que ir. El primer partido me lo perdí. Me lo perdí porque quise, porque no me dio la gana de ir. Tenía mejores planes, como cruzar Asturias en bici. Volví el 6 de septiembre, e insistí mucho en la fecha porque era el cumpleaños de mi madre. Entonces jugábamos contra el Alcorcón y no me despegué del móvil porque quería ver la Vuelta a España, que pasaba por un pueblo que había visitado unos días antes. Me preguntaron qué sentía y dije que nostalgia, miedo y euforia. También que ya nadie nos miraría. Y que quedaban 39 jornadas que se nos iban a hacer muy largas.

Pinche aquí para ver la galería de fotos

Pero a veces ocurren cosas increíbles sin saber muy bien por qué. Cosas increíbles como que mi compañero fuera capaz de llenar diez columnas de crónica en partidos donde no había sucedido nada: Nástic, 30 de octubre; a lo mejor llega un día de junio en el que te faltan líneas para tu crónica, le dije.

Hoy es fácil escribir, pero hubo días difíciles. El 12 de diciembre, por ejemplo. ¿Te ha obligado tu novia a poner el árbol de Navidad? No. A mí sí. Jugábamos contra el Llagostera. Si hay que pasar por esto para volver a Primera, pasemos rápido, pensé. Aún era 3 de enero: Mirandés.

He hablado de un gato, de cachorros, 5 de marzo, San Mamés, de una gallina, he comido chocolate, trufas, doritos, he visto dos embarazos, veré mellizos, he recordado un play-off, Valladolid, he jugado a ser aficionado y a que tú seas periodista, he perdido muchas mañanas, he eliminado a gente del Facebook, he adelgazado, he engordado, vi cómo un padre se separaba por primera vez de su hija, 14 de marzo, Lugo. Me he preguntado mil veces si aguantaríamos, incluso si llegaríamos a los 50 puntos, 28 de marzo.

He deseado que lleguen las vacaciones, soñé con escribir una contra positiva el 11 de abril, Albacete, pero se quedó en la libreta, en Huesca fui feliz, como siempre. Corrí una maratón en Madrid y cinco horas horas después estaba en el estadio para ver el octavo partido seguido sin ganar, Tenerife; me tocaron 11,60 euros en el reparto de dividendos, me cabreé muchísimo en Palamós, pero también le di las gracias a la gente honrada, 22 de mayo. Busqué una tele en la Feria, bebí, ligué, encontré una flor en mi almohada y recibí una invitación de boda. Todo esto ha pasado desde aquel 6 de septiembre, y ahora que realmente quiero estar en el estadio, no puedo. Vuelvo a quedarme pegado al móvil, igual que el 6 de septiembre, pero ahora es al revés.

Ahora caminamos por el Puente Romano, las chicas hartas de los tacones, el Córdoba perdiendo, el cura alargándose, el móvil, el tuiter, por fin el autobús, por fin sentadas, hasta nunca, tacones. Gol del Córdoba. ¿Hasta nunca, Segunda? Adiós a los planes de junio.

Ha anochecido. Supuestamente todo depende de un gol, pero lo que nos llega es confuso; el Almería puede bajar, aquello debe ser un drama. No nos fiamos del Córdoba. El autobús da muchas curvas.

Llegamos. Se acaba. Miramos las fechas del play-off y cambiamos de tema, que hay dos sevillanos a los que no les interesa. Imagino que allí tendréis una fiesta. Aquí estamos bien, tenemos jamón, amigos, vamos guapos, bailaremos y gritaremos como no os imagináis, pero soy consciente de que me he perdido un momento que todos vais a recordar.

Tendré que leerlo mañana. Seguro que las ocho páginas os han quedado genial.