Las previsiones se cumplieron. Decenas de miles de personas fueron llamados por la fe y la estética de un Vía Crucis extraordinario. Imágenes espectaculares, maravillosa expresión artística y perfecto colofón al Año de la Fe. Pero, ese gran número de asistentes reveló las dificultades que tiene la organización de un acontecimiento masivo. En muchos momentos se echó en falta más personas de control que evitaran el acceso de quienes no tenían entrada y el malestar de muchos que no pudieron ver en su esplendor la procesión. El esfuerzo ha sido enorme, pero hay que corregir los errores descubiertos.