No hay nada más contundente que los datos. Cuando se suman las buenas sensaciones, la carga argumental es idónea para el optimismo. Solo el resumen, segunda victoria consecutiva y fuera de los puestos de descenso, genera un vértigo inverso a lo experimentado.

En el capítulo de incuestionables, hay un más que evidente efecto Djukic en todo esto. El serbio ha llevado del dicho al hecho su estilo. La noche de los cuchillos largos del Camp Nou ha calado en el fondo y en las formas de hacer de sus hombres. Es evidente que el 2015 que parió el punch de Barcelona tiene otra pinta. Ahora, el Córdoba se sostiene todo el partido. No es baladí que acumule cuatro de las cinco últimas jornadas con la meta a cero, con el borrón casi previsto ante los azulgranas. Primer éxito. Tampoco lo es su olfato y riesgo con las piezas. No tuvo el más mínimo atisbo de duda en colocar como referente a Florin Andone y ahí están sus números. Dos de dos. El rumano es el nuevo referente del nuevo genio que impera ahora en el vestuario. Segundo éxito. La suma de ambas conexiones, fiabilidad y buena elección, han dado al Córdoba de Djukic 10 de los últimos 15 puntos en juego y ayer, además, importante como revulsivo pero aún en cuarentena por las estrecheces en la tabla, la salida del descenso.

El tercero de los datos es aún más esperanzador y resume a falta de un solo partido para echar el cierre de la primera vuelta lo que ha sido el recorrido en ascenso del milagro del serbio: el Córdoba solo ha perdido con los siete primeros clasificados. Una tabla argumental recurrente e insuficiente en su día, pero que hecho el balance, gota a gota, al cierre del primer acto vale su peso en oro de cara al desafío final del segundo asalto. De ahí hasta el último, cuando precisamente el octavo pasajero es el Eibar, su próximo rival del viernes en El Arcángel (20.45h), no ha perdido un solo encuentro: tres victorias y ocho empates que suman los diecisiete puntos del casillero que le sitúan en decimoquinta posición en la tabla. Con los números en la mano, pues, puede hablarse sin triunfalismos ni intereses de otro tipo de tendencia al alza gracias a este inicio esperanzador del 2015.

La situación recuerda de algún modo al camino de Albert Ferrer en el pasado curso: de sus dudas y tropiezos iniciales hasta engrasar una máquina aliada también con la fortuna, como ayer sin ir más lejos en algunos momentos decisivos ante el Rayo de Paco Jémez. Tan irregular y permisiva se mostraba la tabla en la Segunda A del año del ascenso, como esta Primera trufada de equipos de perfil bajo y nervio fácil.

Pero aún hay algo mejor. Con los precedentes antes expuestos, no era de extrañar que Djukic apostase ayer de inicio por los dos refuerzos de invierno: Edimar y Bebé. La banda izquierda ganó en consistencia, en fiabilidad defensiva, en empaque, en opciones atacantes también. Desde un primer momento los flancos del Córdoba han hecho agua. La llegada de los primeros fichajes, las nuevas apuestas e ideas tácticas y de recuperación anímica de Djukic, a la espera de más refuerzos, dan otra visión de futuro a un Córdoba que da la sensación de que ha despertado, tarde, pero al fin en Primera.

El viernes, con los mismos argumentos de esfuerzo colectivo, toca rematarlo ante el Eibar.