Mientras que la clasificación dé signos vitales para este Córdoba que ha tocado su techo, gracias al pésimo nivel de los comparsas de abajo, habrá motivos para reinventarse en cada jornada. No le queda otra, aunque ayer el sueño se tornase en bronca más por agotamiento que por empeño. Las reacciones obedecen a la más absoluta normalidad con 7 puntos de 39. Dentro del campo, además, a una enorme distancia entre un equipo y otro, sin entrar en más profundidad. El Córdoba es lo que hay, no más. No hay más. Desde los márgenes donde arranca la grada hacia arriba también: primero mira al banquillo, después al terreno de juego y, por último, al palco. Nada nuevo en este circo tan previsible que se llama fútbol donde casi todo ya está inventado.

El cordobesismo que ayer se expresó --quien aguantó, porque muchos enfilaron antes a casa sin fuerzas ni ganas de protestar-- volverá a reinventarse en dos semanas para renovar su apoyo. Lleva 13 jornadas con lo mismo, con un respeto escrupuloso al club (directiva, entrenadores y jugadores), saltado ayer con un poco más de vehemencia, pero tratando siempre de llevar entre paños calientes a un Córdoba que sabe que no da el nivel exigible en esta Primera. Visto lo de ayer, que no es más que una continuidad de las doce jornadas anteriores, la asunción de responsabilidades cobra un doble cariz: una situación comprometida en el proyecto de Carlos González que afecta no solo a su credibilidad --con el pitido quedó manifiesto, aunque no es nuevo-- sino también, lo que genera más dudas, a su patrimonio que es el club, devaluado en estos momentos y únicamente salvable con un desembolso incuestionable en fichajes en el mercado de invierno. Dos problemas que dentro de esta tendencia tan negativa tampoco tiene garantizados resolver. Porque ni el cariño (de la gente) ni el acierto (en fichajes) dependen del dinero.

El cordobesismo se expresó y también el equipo sobre el césped. La situación es la misma que en las jornadas precedentes: falta de calidad, ideas y un rival manifiestamente superior. El resto son consecuencias: fallos trascendentales que cuestan goles, falta de ocasiones e inferioridad que se cobra puntos en la tabla. En el haber, quizá, un cuarto de hora de competición en igualdad con mejores intenciones e intensidad, pero ayer el Villarreal pudo superar al Córdoba al ralentí por momentos, llegado de un sobreesfuerzo en Europa y con bajas muy importantes. Aún así, le bastó para un claro 0-2.

Hablaron desde la grada, desde el terreno de juego... En el banquillo, Djukic tiene complicado elegir un once que supere el anterior sin tener más referencias de calidad y competencia en los entrenamientos que lo que hay en nómina: un plantel que llega justo a Primera para luchar por la permanencia. Ayer, volvió a mover peones como antes lo hizo Albert Ferrer en su día, confirmando que el revulsivo (necesario entonces) no vendrá desde el banquillo sino de las oficinas.

Grada, plantilla, técnico... El presidente tiene previsto presentar hoy --ya se hizo en la web-- su ciudad deportiva. De todas las patas de este banco es la única que debe tener las ideas muy claras y el empeño suficiente para revertir la situación en el mes de enero. Si la Liga le sigue dando las mismas oportunidades...