"No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños" (M. Benedetti).

¿Cuál es la fórmula mágica para ser competitivo, para superar momentos de presión y obtener el máximo rendimiento de un equipo? Lo ideal para que un equipo sea competitivo es poner a disposición del grupo y compensar el talento con el compromiso. Durante los noventa minutos que dura un partido no solo basta con pinceladas de talento, o solo la buena capacidad de trabajo, tiene que ser gemelo, el talento con el trabajo y el compromiso. El compromiso suele llevar implicación, y de la implicación siempre surge la motivación. Al Córdoba CF en el primer periodo le costó dar buen equilibrio y llevar el control del juego y del partido, y no pudo dar cierta continuidad y estabilidad al trabajo, al compromiso y al talento. Tuvo desajustes y muchos problemas para contrarrestar los movimientos de amplitud y profundidad con los que el Valencia le combatió por ambas bandas (centro del primer gol, y segundo gol del lateral izquierdo Gayá). Mostró desajustes sobre movimientos de ayudas y coberturas por ambos costados, fue desbordado cuando el rival inició movimientos diagonales de fuera hacia dentro y cuando recuperó el balón, las transiciones y movimientos en ataque fueron más estáticos que dinámicos. Sí mostró sensación de peligro en acciones de estrategias en el último tramo del primer periodo.

En el segundo periodo, el Valencia no dio prácticamente ninguna opción al Córdoba. Tras los cambios realizados, el Córdoba decidió jugar con dos puntas (Havenaar y Ghilas) y el Valencia pronto movió pieza en el tablero de ajedrez y logró comerse la dama y poner en jaque al rey. Le creo superioridad numérica por dentro, se hizo dueño del juego y en definitiva del partido.

¿La fórmula mágica? Compromiso más implicación del grupo más talento puesto a disposición del equipo.