Dar oportunidades y confianza es loable y beneficioso. Insistir en un error que se repite semana tras semana solo tiene un nombre: cabezonería. Por partes. Escuchaba en la grada que se veía más peligro en el ataque del Córdoba. Obedecía a un sencillo motivo, la entrada de Uli Dávila. Si hay un futbolista más sobre el campo con capacidad de crear, inventar y desequilibrar, es normal que se genere más peligro. Solo hubo un par de combinaciones entre el mexicano y Xisco, pero puede ser el futuro de una asociación importante. Además, Caballero se siente más cómodo en una zona más retrasada. Todos ganan. Pero decía Villa que también se perdía recuperación y presión. Quizá eso se pueda solucionar colocando a un pivote defensivo, como hizo en el segundo tiempo con la entrada de Gálvez, al que no hubiera sido nada descabellado ver desde el inicio.

Parece que el técnico quería colocar a Luso en el lateral derecho. El partido, una vez más, le dio la razón. Si esa posición da problemas, hay que buscar soluciones, no agrandar el error. Joselu jugó un partido en pretemporada en esa demarcación. Soluciones.

Hizo bien Villa en explicar de manera sensata y sin abusar de eufemismos su decisión de que Xisco no tirara el penalti. Era correr un riesgo innecesario y una piedra que le podía caer en su propia cabeza, como él mismo reconoció.

También hizo lo apropiado El Arcángel cuando se desgañitó en los peores momentos de su equipo. Fue un rugir constante, capaz de minar la moral del rival y de dar fuerzas a los suyos. Así sí hay camino.