Gabriel Gordillo y Chelo Sánchez se marcharon a la localidad barcelonesa de Rubí en el año 1974. Chelo volvió a sentirse emigrante por segunda vez, diez años antes se mudó con su familia desde la aldea de Cuenca a Belmez para buscar un futuro mejor. Después, juntos fueron dos de los miles de andaluces que por aquella época tuvieron que emigrar en busca de un futuro laboral. Cuando Gabriel terminó el servicio militar, se casaron en la tradicional ermita de Belmez y recorrieron los más de 900 kilómetros que les separaban de una ciudad donde encontraron el amparo de las hermanas de Chelo, que ya habían hecho lo mismo años antes.

Eran dos de los españoles que en esa época se aventuraron a emigrar sin tener trabajo. Tuvieron suerte "Había mucho trabajo y pronto encontramos", dice Gabriel. Poco después llegó su hija, Ana Adela, rubinense de nacimiento pero belmezana gracias a la educación de sus padres. Con ella han estado pasando sus vacaciones en el pueblo durante casi 40 años. "Siempre hemos venido, al menos, dos veces al año", dice Chelo.

En Rubí, posiblemente a causa de la nostalgia, pertenecen a la peña cultural flamenca andaluza Calixto Sánchez desde hace 32 años y allí comparten momentos e historias con sus paisanos andaluces.

En Belmez conservan una casa propia que les ha permitido volver año tras año a reencontrarse con familiares y amigos y "lo que más hemos echado de menos ha sido a nuestra gente", dice Chelo. Nunca han pensado volver a vivir en Belmez, "si no lo hicimos cuando nuestra hija era pequeña, luego ya resultó imposible", asegura Gabriel. Aunque sí les habría gustado vivir en un pueblo cordobés, "o algo más cerca para venir más a menudo", se lamenta Chelo. Tampoco son de los emigrantes que vuelven a su pueblo una vez jubilados, ya que "tenemos en Rubí a nuestra hija y a nuestros nietos".