Nada se puede comparar con la Mezquita. Está Medina Azahara, la gran ciudad palaciega del califato de Córdoba, construida a los pies de Sierra Morena. También la sinagoga, que, decorada con multitud de atauriques y yeserías muy detalladas, sirvió como lugar de culto hasta la expulsión de los judíos a finales del siglo XV. Ni los patios pueden con el gran templo ahora que tienen la denominación de la Unesco de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y están abiertos casi en todas las épocas de año. Nadie le tose a la Mezquita.

Cualquier turista, venga de otras provincias, comunidades autónomas o de algún país de Europa, todos, absolutamente todos, quieren ver primero la Mezquita. Todo lo demás pasa a un segundo plano, porque ocurre una cosa: ir de turismo a Córdoba y no visitar la Mezquita es como visitar el museo del Louvre y no contemplar a la Mona Lisa. Una realidad un poco injusta, porque en esta ciudad, si algo sobra, son enclaves históricos y monumentos.

Ahora, en pleno agosto, la ciudad parece estar habitada por turistas, al menos durante el día. A ellos no les importa pasar calor, algunos sí saben lo que se van a encontrar, pero otros ni se lo imaginan. Solo hace falta darse una pequeña vuelta por el patio de los naranjos de la Mezquita para ver el panorama. Muchos extranjeros hacen una ruta por Andalucía y meten a Córdoba en el saco de las ciudades donde más tiempo van a pasar, junto a Sevilla. Giuseppe Sansone y Nadia Favata vienen de Sicilia y reconocen que "estamos haciendo un viaje por Andalucía y Córdoba es la primera ciudad que visitamos". Además, cuentan que "llegamos ayer y hoy vamos a visitar la Mezquita". O lo que es lo mismo: el primer día en Córdoba se tiene que visitar la Mezquita. Al terminar de hablar con ellos, la pareja de italianos se muestra interesada por la gastronomía cordobesa, pero piden recomendaciones de bares o restaurantes que no sean típicos de la ciudad, algo que está cambiando debido a la omnipresente crisis económica. Y es que los turistas planean probar todos esos platos que recomiendan las guías turísticas como el salmorejo, el gazpacho o el rabo de toro, pero la realidad es que el presupuesto no es muy holgado, por lo que se consuelan con alguna que otra tapa esporádica, si no van con el bocadillo ya en la mano, claro. Este aspecto también lo perciben los turistas nacionales como Inmaculada Gómez, de Granada,