Ganado: cinco toros de Las Ramblas, el quinto como sobrero, desiguales de presencia, mansos y de nulo juego. El sexto, de Marqués de Domecq, inválido.

César Rincón: dos pinchazos y bajonazo (silencio tras un aviso); y estocada (silencio).

Julián López ´El Juli´: estocada caída (ovación); y media estocada y tres descabellos (pitos).

César Jiménez: tres pinchazos y estocada desprendida (gran ovación); y pinchazo, estocada y descabello (silencio).

Plaza: La plaza registró más de tres cuartos en tarde de calor soportable.

Se veía venir. Como suele ocurrir con algunas figuras: corrida de media casta, y algo más preocupante, defensas sospechosas de manipulación.

Así que nada resultó en conjunto. Hubo cosas notables pero ayudadas. En todo caso la faena de Jiménez al tercero tuvo más ritmo y unidad, pues aunque el toro tampoco disimuló su mansedumbre, sin embargo tuvo las embestidas necesarias para poder armarle faena.

Por cierto, faena con muchos aciertos por parte del torero, que hizo las cosas con gusto pero sobre todo estuvo muy pendiente de la técnica, aplicando terrenos y distancias apropiadas donde únicamente el toro podía responder.

Un brillante tercio de banderillas a cargo de El Chano abundó en el ambiente a favor. Y como previamente Jiménez se había preocupado de que el picador de turno no castigara mucho al astado, éste llegó a la muleta más entero y con más posibilidades que sus hermanos. La apertura de faena, de rodillas, con seis muletazos de trazo largo y sentido y un redondísimo en dos tiempos de igual güisa, como si estuviera toreando de pie, fue algo extraordinario.

Lástima que el toro amagó para irse en el primer pase por la derecha ya con el torero en la vertical. Todo el mérito del torero, siempre muy cruzado y con la muleta puesta.

Una tanda más en redondo, los pases cada vez más espaciados por la condición del toro. Y nueva serie al natural, también de uno en uno, pero llevándole magníficamente embarcado y desde luego en un recorrido impensable. El fallo a espadas a última hora le quitó la oreja que tenía ganada con toda justicia. Ya en el sexto, un inválido total, nada fue posible.

Rincón nada pudo hacer prácticamente en el que abrió plaza, que ni quiso capote ni quiso ir al caballo, aunque luego terminaría empujando en el peto con el típico arreón de manso. El toro, astillado al estrellarse contra el estribo del picador, no dejó nunca de escarbar y llegó a la muleta con la lengua fuera paradójicamente sin haberse empleado. Rincón hizo una apertura de faena muy bonita por bajo, en plan dominador y artista, templando mucho con una excelsa lentitud. Todo hacía presagiar que aquello iba a cambiar, pero no. El toro se negó en la primera tanda y no hubo manera.

El cuarto tuvo menos contenido. Toro derrengado casi desde que olió la puya, aunque apenas se le picó, pues hubo que mover mucho los caballos para que el astado se decidiera a entrar al peto. Luego se dolió en banderillas y finalmente no quiso pasar en la muleta, defendiéndose mucho. A Rincón no le quedó otra opción que abreviar.

El Juli anduvo voluntarioso con su manso y apagado primero al que toreó en línea por el lado derecho, sin profundizar. En el quinto bis, sin recorrido y echando la cara arriba, El Juli abrevió sin intentar ensayar, así que hubo enfado de la parroquia.