La doctora cordobesa Teresa Crespo Rivero, adjunta del Servicio de Rehabilitación y Medicina Física del hospital Vall d'Hebron de Barcelona, ha participado en un logro sanitario en Cataluña que ha permitido que un agente forestal voluntario evitara la tetraplejia. El paciente, Carlos Gili, fue trasladado al hospital de Traumatología, Rehabilitación y Quemados del Vall d’Hebron después de caerse de una encina centenaria, un accidente, que como cuenta este hospital en un comunicado, casi le cuesta la vida.

“Soy agente forestal voluntario y el pasado 11 de marzo, mientras podaba las ramas de un árbol que amenazaban una ermita románica acabada de restaurar en El Figaró, mi pueblo, caí y me di un golpe contra una roca”, explica Carlos Gili. Con el actual protocolo de actuación del Servicio de Emergencias Médicas (SEM), fue trasladado en helicóptero al hospital Universitari Vall d’Hebron. “El viaje valía la pena, pero lo pasé durmiendo”, dice sin perder el sentido del humor. Si una cosa ha confirmado después de esta experiencia es que “la vida te puede cambiar en un cerrar y abrir de ojos”.

El paciente Carlos Gili y la doctora cordobesa Teresa Crespo Rivero, segunda por la derecha, junto a otra compañera. CÓRDOBA

“La caída le causó fracturas complejas en la vértebra C2, en las cervicales, y a nivel torácico, una fractura-luxación en la T3-T4. Además, como consecuencia de las lesiones, sufrió una trombosis en la arteria vertebral y otras complicaciones”, explica la doctora Crespo Rivero, que lo atendió desde el primer momento. En la Unidad de Lesionados Medulares de este centro trabaja un equipo de profesionales multidisciplinario especializado: médicos y médicas rehabilitadores expertos en lesión medular; personal enfermero; auxiliares clínicas, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, foniatras, logopedas, celadores y celadoras, psicólogos y psiquiatras, y trabajadores y trabajadoras sociales, junto con profesionales de la UCI, de Cirugía de la Columna Vertebral o Neurocirugía. 

"El médico o médica rehabilitador especialista en lesión medular, del Servicio de Rehabilitación y Medicina Física, acompaña desde el ingreso a Urgencias a los y las pacientes, con los cuales inicia el proceso rehabilitador y aborda todas las necesidades que van sobreviniendo durante todo el proceso médico", apunta la doctora Lluïsa Montesinos, jefe de la Unidad de Lisiados Medulares. "Hay evidencia científica que esta actuación desde el inicio del médico rehabilitador beneficia la recuperación del paciente", explica . "Además de ofrecer una primera atención integral a los y las pacientes con lesión medular aguda, los acompañamos a lo largo del tratamiento de las patologías derivadas de la lesión medular crónica", añade.

El perfil de la doctora Teresa Crespo

Teresa Crespo Rivero, de 32 años, es natural de Córdoba. Estudió Medicina en la Universidad de Córdoba e hizo la especialidad en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Una vez completó la residencia le surgió una oportunidad laboral de especializarse en rehabilitación neurológica en el hospital Vall d'Hebrón, centro en el que a diario se enfrenta a situaciones muy complejas de pacientes con graves lesiones medulares.

La gravedad de una lesión medular

La lesión medular aguda es un problema de salud complejo. Los síntomas principales son los derivados de la parálisis motora y de la ausencia de sensibilidad por debajo del nivel de la lesión. “El caso de Carlos Gili nos hacía sufrir, porque una de las lesiones, en la cervical C2, nos llevaba a no descartar una tetraplejia casi incompatible con la vida por complicaciones a nivel respiratorio”, relata la doctora Teresa Crespo. 

“De las dos primeras semanas en la UCI no recuerdo casi nada, solo las voces de las personas que me cuidaban. Las podría reconocer todas. La doctora Teresa Crespo fue la primera en explicarme qué había pasado. Mientras iba cogiendo conciencia de que había caído y me había hecho daño, pasó una cosa, mi hija observó que movía las piernas”, sigue explicando Carlos Gili. “Evolucionó mejor de lo que esperábamos después de pasar por quirófano y que el edema se desinflamara”, añade Crespo Rivero.

En la Unidad de Lesionados Medulares de Vall d’Hebron, donde tratan los pacientes en fase aguda, Carlos Gili pasó dos meses. “Es la estancia media”, resume Crespo. “Aquí los estabilizamos”, comenta. Estas lesiones causan afectación al sistema nervioso autónomo y pueden producir alteraciones del aparato cardiovascular y respiratorio, del tracto urinario con alteración por la capacidad de almacenamiento y evacuación de la orina, del aparato digestivo dando lugar a estreñimiento severo, incontinencia y impactación fecal, así como alteraciones sexuales. La rehabilitación integral está dirigida para prevenir complicaciones, pero también para conseguir la máxima autonomía funcional física, emocional y social. 

“Cuando el paciente está controlado de las complicaciones médicas que pueden aparecer en la fase aguda, se ha iniciado en la educación de la vejiga y el esfínter y ha adquirido una mínima autonomía, se procede al traslado a domicilio en coordinación con un centro rehabilitador, como el Instituto Guttman, donde hacen tratamiento los pacientes lesionados medulares subagudos, para continuar con el proceso rehabilitador”, describe esta facultativa cordobesa.

Largas sesiones de rehabilitación

En Vall d’Hebron, Carlos Gili tuvo un primer contacto con la rehabilitación. “Tenemos un programa y horarios muy estructurado con fisioterapia, terapia ocupacional, comidas, duchas, baño... y ayuda psicológica y de trabajo social, si se requiere, para restablecer la autoestima potenciando las capacidades preservadas”, resalta Teresa Crespo.

La Unidad de Lesionados Medulares de Vall d’Hebron cada año atiende entre 80 y 90 pacientes con lesión medular aguda e ingresan alrededor de 60 pacientes con lesión medular crónica, para el tratamiento de las complicaciones. “Las lesiones más habituales son las que sufren chicos jóvenes por accidente de moto o práctica deportiva de riesgo. También gente mayor que tropieza y sufre una lesión cervical más incompleta”, concluye Teresa Crespo.

El paciente se ha tatuado el nombre del hospital

De todos los momentos especiales en Vall d’Hebrón, Carlos Gili recuerda el día en que los fisioterapeutas, vieron que era capaz de andar con ayuda de las muletas, lo hicieron salir al pasillo y allá se reencontró con Mireia, su hija, de 27 años. “Me inyectó muchos ánimos”, dice. Su objetivo era levantarse, poder ir al lavabo con independencia y disparar la cámara de fotografía, su pasión. En casi seis meses de rehabilitación, lo ha conseguido. A pesar de que ya era un optimista incorregible, se ha reenamorado de la vida. “Esta vida es un regalo y tenemos que aprender a vivirla. Vacié mi mochila para volverla a llenar de cosas importantes y valorar cosas que no valoraba”, explica. Y una de las cosas con las que se queda es con el aprecio de los y las profesionales de Vall d’Hebron. Para recordarlos, se ha hecho un tatuaje del logo de Vall d’Hebron. Carlos Gili ya está en casa, camina y como límite le queda un dolor a la espalda y el hombro, pero continúa un seguimiento de por vida como paciente lesionado medular crónico con la doctora Teresa Crespo Rivero para ir superándose día a día. La lesión no le deja, por ahora, subir cumbres, pero no lo impide seguir de agente forestal voluntario.