El brote de ébola que asuela el noreste de la República Democrática del Congo (RDC) desde el pasado agosto, el primero en una zona de conflicto, ha originado ya más de un millar de muertos y pocas esperanzas de ser erradicado en los próximos meses.

«Es correcto decir que no tenemos una indicación clara en relación a cuándo será posible hablar del fin de esta epidemia», confirma el portavoz en este país del Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef), Yves Willemot. «Si hubiéramos hecho proyecciones en enero con la información que poseíamos entonces, diríamos que existía una ruta clara, para que la epidemia fuera controlada a finales de junio. Hoy, desde luego, eso no va a suceder. Nos va a llevar mucho más tiempo», anticipa. Según el último parte divulgado anoche por el Ministerio de Sanidad congoleño, a fecha de 2 de mayo, el número de muertos ya supera el millar -con 1.008 muertes, 942 de ellas confirmadas- mientras que el número de contagios alcanza los 1.529 (con 1.463 de esos casos contrastados).

Esta epidemia constituye la mayor y más letal en la historia del Congo y la segunda peor en todo el mundo; cuya pronta erradicación se ha visto obstaculizada por el rechazo de algunas comunidades a recibir tratamiento así como por la inseguridad imperante en la zona, donde operan numerosas milicias rebeldes y grupos armados. «Anticipamos un escenario de transmisión continua e intensa», advirtió ayer en una rueda de prensa en su sede en Ginebra el director de emergencias adjunto de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Michael Ryan.

«Nos enfrentamos a una situación difícil y volátil. Cada vez que logramos recuperar el control sobre el virus y su propagación, sufrimos importantes retrocesos en (materia de) seguridad como los ataques en Beni, Butembo y Katwa», lamenta Ryan.

Precedido por otros sucesos violentos, el pasado 19 de abril, un epidemiólogo camerunés enviado por la OMS a la ciudad de Butembo -actual foco de esta epidemia- fue asesinado en un ataque armado a un hospital perpetrado por hombres no identificados.

En cifras generales, se han registrado al menos 119 ataques separados contra trabajadores u operaciones de respuesta al ébola desde enero, según cifras de la OMS, lo que ha forzado en muchas ocasiones el cese intermitente de estas actividades.

Además, 85 agentes humanitarios han resultado heridos o muertos -de acuerdo con esta misma fuente- en 42 ataques directos contra los centros de salud que combaten esta mortal enfermedad.

«La inseguridad se ha convertido en un impedimento importante a la hora de poder participar activamente en ciertas comunidades con el fin de controlar el ébola», reconoce Ryan, consciente de la existencia de «áreas rojas» en las que es casi imposible intervenir a causa de la inestabilidad y la violencia.