Año 1995. Colegio de una capital de provincia de España. 8.º de EGB. La profesora entra por la puerta del aula. Los alumnos esperan sentados, con los libros abiertos y los cuadernos preparados para corregir las oraciones compuestas que el día anterior han analizado en casa. En pocos días, tendrán el último examen del curso y deben esforzarse para conseguir una buena calificación final. Los pupilos de doña Pura no son perfectos, pero esperan a su profesora dentro del aula, atienden, solo toman la palabra cuando se les autoriza y se dirigen a quien les enseña con el respeto debido. Asimismo, están acostumbrados a memorizar contenidos, que aplican a ejercicios diversos. Si no se esfuerzan y suspenden, lo aceptan con humildad y naturalidad. La máxima está clara: «En la vida, conseguir algo requiere esfuerzo y sacrificio».

Año 2022. Instituto de Secundaria de un pueblo de España. 2.º de ESO (antiguo 8.º de EGB). La Pura intenta atravesar el pasillo, donde los alumnos están corriendo y gritando. Ella trata de hacerse escuchar para que los discentes vayan entrando al aula: lo hacen lanzando miradas desafiantes a la docente. Pura, que ha perdido aquel elegante doña de los años 90, suplica a sus alumnos que abran el libro y el cuaderno para corregir las cinco oraciones simples que tenían que analizar en casa. Solo algunos han hecho lo que debían. Los demás, al ser interrogados sobre por qué no han cumplido con sus obligaciones, se justifican con soberbia y haciendo aspavientos ofensivos con las manos. Próximamente, tendrán el último examen del curso y muchos ni siquiera tienen anotada la fecha. Los alumnos no atienden, hablan a gritos y desconocen lo que significa el respeto hacia la figura del profesor. Lamentablemente, bastantes padres cometen el grave error de defender a sus hijos y arroparlos en su mal comportamiento. Asimismo, los estudiantes no memorizan y no podrán aplicar los contenidos que desconocen ni en las actividades académicas ni en otras facetas de la vida. Aunque saben que no se esfuerzan, no aceptan el suspenso. Tienen clara la nueva máxima: «La Pura me va a aprobar, porque, si no, viene mi madre y la lía».