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la clave

Pilar Galán

Seis mujeres

Faltan aún dos meses para el siguiente ocho de marzo, así que esta columna no parece necesaria, pero lo es más que nunca. Hablo de nuestro país, no del horror de Afganistán, donde las alumnas que quieran aprender tienen que hacerlo en escuelas clandestinas, bajo la amenaza de latigazos y cárcel si son descubiertas. O de tantos lugares donde aún se venden y compran niñas como si fueran ganado, la prostitución infantil es algo cotidiano y los derechos humanos aún no tienen nombre de mujer.

Pero no podemos incurrir en el error más idiota de todos, el de no levantar la voz porque en otros lugares pasan cosas peores. Comparado con la situación en otros países, nuestro país ha mejorado en muchísimos aspectos. Hace mucho que no necesitamos permiso del marido para trabajar o abrir una cuenta, y en el divorcio, la custodia inmediatamente no pasa a manos de los hombres, como sucedía antes.

Hemos dado pasos de gigante, pero en el camino hemos olvidado que poco pueden las leyes si no se cambia la mentalidad de aquellos a quienes van dirigidas. Sucede como con la lengua.

Ya pueden imponer usos y desdoblamientos que, sin educación previa, aquí se seguirá diciendo la médico, y no la médica, aunque en este caso no se fuerza ni la gramática ni el sentido común, como en la aberración de llamarnos seres gestantes y seres menstruantes.

Pero a pesar de los avances, en lo que llevamos de año, que no es nada, han sido asesinadas seis mujeres a manos de sus parejas. No han muerto ni han perdido la vida (aquí también es importante la corrección lingüística) sino que han sido apuñaladas o golpeadas hasta la muerte a veces incluso delante de sus hijos. Por si fuera poco, tenemos a esa gente que se graba teniendo relaciones sexuales con chicas, y difunde las imágenes en los grupos de whatsapp, en algún caso rindiendo honores al recuerdo de la manada.

Cosifican a las mujeres como elementos de usar y tirar, mientras ellos se animalizan en ese grupo en el que como cazadores primitivos se jalean y se jactan de sus presas. Y así andamos. A dos meses del ocho de marzo. Perdiendo el tiempo en nimiedades, sin que el Ministerio de Igualdad reconozca los errores, sin abordar lo que importa, lo único que cuenta. Si la igualdad no cala en la mente de la sociedad, seguirán matando a mujeres, seguirán vejándolas. Y sí, en otros sitios están muchísimo peor, pero habiendo dado tantos pasos de gigante, un paso atrás solo está permitido para revisar lo que se ha hecho mal. Y luego, coger impulso, porque la lucha no ha acabado, falta mucho por hacer, y yo quiero dejarles a mis hijos un mundo mucho mejor, pero también un país más humano.

*Escritora y profesora

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