Diario Córdoba

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Francisco García-Calabrés

Graduados. Escucha, ética y coraje

En el posgrado de la vida, la mejor excelencia es la buena actitud y ser buena persona

Las fechas que vivimos vienen marcadas de manera recurrente cada año, en todos los centros académicos y educativos, por el acto de graduación del alumnado que ha culminado una etapa de su formación. Colofón a ilusiones y esfuerzos, a sacrificios y sueños que obtienen el fruto merecido de la meta volante, de la titulación cursada. En definitiva, un punto y seguido en el camino de la vida, que acompañamos de forma solemne al compás del «Gaudeamus Igitur», con discursos, becas y reconocimientos. Entre compañeros, claustro y familiares que, codo a codo y día a día, hemos sido también copartícipes y testigos de logros, caídas y levantadas, de los afanes de cada jornada.

En este momento tan importante para cada uno de los protagonistas, de encrucijada de caminos, de encuentros y despedidas que tan cerca vivo, resulta oportuno dejar algún mensaje de estímulo, una semilla de aliento desde este rinconcito impreso. Hace unos días al finalizar las clases, a mis alumnos de último curso de grado universitario, les pedía que vivieran alerta, que escucharan. En los tiempos que vivimos, todo el mundo tiene mucho que decir y muchas plataformas y redes para hacerlo. Y algunos creen, que cuanto más digan o más alto hablen, más razón llevan, más allá de la superficialidad o banalidad de sus argumentos. Es un tiempo de muchos ruidos, de muchos catedráticos de la impostura. Por el contrario, yo pienso que es fundamental hoy escuchar a los demás, como actitud convencida y permanente. Escuchar, no para contraatacar los argumentos del otro, no para rearmarnos y destruir sus convicciones, sino para comprender otros puntos de vista, para aceptar otras formas de ver y ser en el mundo distintas de la nuestra. Escuchar para empatizar, para conocer las razones, para ponerse en el lugar del otro, de su historia, de sus circunstancias, de su presente, de sus expectativas. Escuchar no solo las palabras, sino también los gestos y la evidencia de los hechos. Pero escuchar no es lo mismo que oír. Oímos tantas cosas que apenas retenemos ni atendemos, como un run run de fondo que integramos entre los mensajes confusos que nada nos alteran. Como dice el refrán: «como el que oye llover». El que escucha a los demás, abre su mente y comprende el mundo que le rodea. Tiene más amigos porque empatiza con ellos. Tiene más oportunidades, porque está más alerta de las necesidades y carencias de los demás. Es más solidario y mejor persona. Escuchar a los demás, pero también a uno mismo. A tus inquietudes, habilidades y necesidades de cada cual, de cada momento. Mirarse hacia dentro para escuchar los latidos y sentidos, para acompasar nuestro mundo interior con lo que nos rodea. Para vivir con coherencia entre lo que pensamos y sentimos, con lo que hacemos y decimos. Escuchar no sólo desde el entendimiento y la razón, sino también con los oídos del corazón, desde unas entrañas de compasión y misericordia, desde un compromiso ético con la excelencia profesional, con la igualdad y la dignidad de las personas, que Universidades como Loyola, por ejemplo, incorporan en su acto de graduación cada año, desde el convencimiento que si no se es buena persona no hay buen profesional posible.

También me gusta recordar el discurso de Steve Jobs a los alumnos de la Universidad de Stanford del año 2005 con motivo de su graduación, insistiéndoles que no se conformaran sino que pelearan por sus sueños. Vuestro tiempo es limitado, decía el creador de Apple, así que no lo gastéis viviendo la vida de otro. No dejéis que el ruido de las opiniones de los demás y sus dogmas, ahogue vuestra propia voz interior. Y lo más importante, tened el coraje de seguir a vuestro corazón y vuestra intuición. Y ahora, cuando os graduáis para comenzar de nuevo, os deseo a vosotros, «seguid hambrientos y seguid alocados». En el posgrado de la vida, la mejor excelencia es la buena actitud y ser buena persona. Ciertamente, el futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños. Desde aquí seguiremos creyendo y apoyando siempre. ¡Suerte y a por ellos!

 ** Abogado y mediador

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