En diciembre recibimos la buena noticia del, al menos aparente, apagón del volcán de Cumbre Vieja, cuya erupción nos ha mantenido muy preocupados durante los últimos meses. Esta erupción se presenta como la más larga y destructiva del último siglo en Europa; sin embargo, el vulcanismo no es una situación excepcional, ya que ha formado parte del diseño natural de las Islas Canarias a lo largo de su formación. El proceso que determina este fenómeno volcánico viene determinado por ascensos de magma de la Astenosfera (zona superior del manto terrestre), a través de fracturas de la corteza oceánica, alcanzando su salida al fondo oceánico y su posterior elevación, hasta llegar a lo que hoy observamos en la realidad de las Islas Canarias.

La mayoría de las Islas Canarias, no todas, deben su origen a estos fenómenos volcánicos, unos muy antiguos y otros bastante recientes, fenómenos ocurridos en periodos históricos que les han conferido una topografía con un relieve abrupto y elevado. La posición que ocupan las islas más occidentales en la banda climática subtropical, entre las que se encuentra la de La Palma, sometidas a los vientos alisios cargados de humedad, ha permitido el desarrollo de una flora muy diversa, y con un elevado porcentaje de endemicidad. Se trata de una flora de gran belleza, y en algunos casos única, como ocurre en las otras agrupaciones de islas en la zona, que en conjunto reciben el nombre de Macaronesia. El conjunto de estas especies aparece distribuido en formaciones vegetales que son características y propias de las Islas Canarias, desde un Cardonal-Tabaidal semiárido en las zonas más bajas, y en zonas no batidas por los vientos alisios, hasta el Monteverde con Laurisilva en zonas a barlovento de estos alisios, el Pinar por encima de las nieblas generadas por estos vientos, o el Retamar-Codesar en las cumbres. La Palma, por su heterogeneidad climática y diversidad en sus paisajes es conocida como ‘La Isla Bonita’.

En la zona intermedia, en el centro-oeste, la riqueza de sus suelos, la protección de sus vientos y un régimen de lluvias suaves, han propiciado que este territorio esté ocupado principalmente por pinares, viñedos y plataneras. La erupción no solo ha afectado a los núcleos de población, principalmente de Los Llanos, sino que se ha llevado consigo los restos de su vegetación natural, además de sus cultivos. La recuperación natural de este territorio llevará muchos años, aunque las especies pioneras ya están empezando a aparecer sobre la lava en fase de enfriamiento, por la dispersión de sus diásporas a través del viento o aves, de las que solo algunas tendrán capacidad de sobrevivir a las condiciones desfavorables del sustrato. Las especies vegetales más exitosas en estos primeros pasos de sucesión serán aquellas que se reproducen por esporas, lo que vulgarmente se conoce como «plantas inferiores», como los musgos y hepáticas, término con el que, sinceramente, no estoy de acuerdo, por su papel tan importante en la recuperación de ambientes degradados y regeneración del paisaje natural. Otros organismos pioneros en este proceso serán las algas y los líquenes. Los líquenes me llaman especialmente la atención. Son organismos, como resultado de una exitosa simbiosis entre un alga o bacteria fotosintética y un hongo, que han encontrado beneficio mutuo, llegando a generar a un grupo de organismos complejos con una estructura variada y muy particular que los caracteriza. Una forma de convivencia ejemplar que les ha permitido adaptarse a diferentes tipos de ambiente y que, al igual que ocurre con las plantas inferiores, ayudan a la regeneración natural del paisaje. Todos ellos producirán cambios que enriquecerán el suelo, permitiendo la colonización posterior del terreno con plantas herbáceas y, posteriormente, con plantas leñosas. De esta forman irán surgiendo nuevos ecosistemas con una fisionomía quizás diferente al paisaje actual, aunque no todos los ecosistemas se regenerarán de la misma forma; por ejemplo, los pinares canarios presentan una gran capacidad de adaptación a condiciones adversas, como los incendios o vulcanismo, con una fácil capacidad de rebrotación. A partir de ahora, prestaremos especial atención a los distintos pasos observables que vendrán ocurriendo en la evaluación del paisaje vegetal natural en ‘La Isla Bonita’.