Ahora que no diga que no lo dijo, porque lo dijo. Pablo Casado dijo, literalmente: «A las ocho de la tarde, no sé si estabais por aquí, pero no había posibilidad de que la solar emitiera. Básicamente, porque era de noche. Por tanto, es una cuestión de lógica». Según dicha lógica, debería sorprendernos que salga agua del grifo cuando no ha llovido, pero qué chiste voy a hacer yo que no hayan mejorado ya las redes sociales. Si Trump recomendó beber lejía (y hubo quien la bebió) para acabar con el bicho del covid, pues solo cabe pensar que qué tiempos aquellos en los que en cada pueblo solo había un tonto. A mí me preocupan más otras afirmaciones que hizo Pablo Casado en la misma convocatoria, como que a la izquierda solo le gusta la energía solar, como si fueran una pandilla de perroflautas alternativos. Y lo mismo que yo creo que los votantes de la derecha no son unos fanáticos que aplauden en masa a un tonto (el 99,9% no bebería lejía, seguro), Casado debería tener más respeto por la inteligencia de los españoles (empezando por la de sus propios votantes). Añoro a esa derecha con postulados inteligentes, aunque no comulgue con ellos. Añoro la política de altura, el 'fair play' de esos adversarios políticos que luego eran capaces de irse a tomar un café. Añoro los debates dialécticos de altura, en los que un discurso bien armado podía hacerte cambiar de opinión. Ahora, en las columnas de opinión debatimos sobre si energía solar de día, energía lunar de noche. O sobre si la reunión de cinco mujeres políticas es un aquelarre, como también dijo Casado sobre el encuentro de Díaz, Oltra, Colau, Hossain y García. Porque al final, le estamos llamando tonto y a lo mejor es otra cosa. 

* Periodista