El ombligo es un crucial punto de referencia que algunos primates, al no cesar de observárselo con embeleso a lo largo de su vida, terminan adoptando una actitud que puede ser considerada como egocéntrica y autocomplaciente, gustándose a sí mismos, y que fisiológicamente suele coincidir con aquellos individuos que a veces se caracterizan por su pétrea y cuadrada mandíbula prognata, como crecida de hormigón armado. Una dura conformación fenotípica que no le es ajena al resto del rostro, sin que en él destaquen los ojos de huidiza u hosca mirada, para denotar bufa autosuficiencia, plena de corto alcance.

Un horizonte este al que, en ocasiones, les atañe la dimensión y la estructura de su correspondiente apéndice nasal. Bien por su perfil y forma grande y ganchuda dotada de silueta aguileña, como la que rememoraba el clásico soneto del inmortal Quevedo, aquel que se iniciaba aludiendo al homínido a una nariz pegado, una nariz superlativa, una alquitara medio viva, un peje espada mal barbado; o por su escasa dimensión, tan mermada y chata como la del malhecho Sócrates; o por ser epítome del famoso héroe de Carlo Collodi, el leño de Pinocho, al que le crece la nariz tras la mentira que formula, llegando la marioneta a observársela sin asombrarse conforme aumenta esta su longitud cuanto más engaña.

No sería totalmente descabellado asimilar, presuntamente, tales parábolas, referentes al ombligo y a la nariz, por su cortedad de alcance y perspectiva, con las actitudes que se deducen de los comportamientos amorales o inmorales, según qué caso, de algunos personajes políticos, mucho más cuanto más eminentes se creen y más altas son sus responsabilidades públicas, pues prometen cumplir lo que saben que no van a poder, engañando al personal con sus golpes de pecho, con sus salmos o con sus sofismas y sus diatribas. Pues al igual que la corrupción estas señas conforman a una cierta parte de la casta dominante de todos los regímenes, incluido el democrático, del que ya alguien dijo que era el peor de los sistemas políticos, excluidos todos los demás.