Érase una vez, allá por 2017, en una asamblea del grupo de mujeres poetas que constituyen la Asociación Genialogías (que reúne a más de 70 genias de toda España) una de ellas pronunció: «Mi mundo está lleno de cosas que no tienen nombre». Una chispa agitó la sala; una lázara emprendía, acompañada de sus ángelas, el camino que tiene la edad de Pandora. Y hasta ahora.

Esta mecha dio por resultado Diccionaria una (Tigres de Papel-Asociación Genialogías, 2021), el primer glosario de realidades femeninas innombradas,que llega para suplir nuestro déficit de términos. Se trata de una publicación singular y única, un hito en la historia del feminismo, pues une pasado y presente. Es más, se proyecta hacia el futuro, pues ojalá ésta sea la primera entrega de muchas: sienta las raíces para que este hermoso árbol colectivo siga brotando con el tiempo, conscientes de que quedan muchos huecos y diversidades por nombrar.

Este proceso colectivo, pues ha sido un grupo de varias de las miembras de la Asociación Genialogías quienes lo han elaborado recogiendo las aportaciones de sus compañeras y las han cultivado con amor, libertad, soltura y gracia -con María Moliner siempre presente-, pero también rompiendo los academicismos y atreviéndose a jugar con los plurales y el femenino. Al fin y al cabo, «la lengua, como la vida, no pertenece al sistema ni al poder, aunque ambos se han servido de ella».

Gracias a esta obra una se redescubre desordenada («Que se toma las órdenes de otra manera ya. Que se ordena por sí misma, pero no demasiado») o lázara («Mujer que se levanta y anda porque le da la gana») y observa cómo en sí misma laten la amoricia («Amor que siente por una misma en la intimidad y que invita a acariciarse») y las astras («Mujeres que han influido de manera notable en el devenir de los tiempos, en las artes, en la política, en las ciencias y en la paz»).

Por supuesto, también alberga algunas más críticas con el heteropatriarcado imperante, como loque («Señor que tiene la costumbre de dar consejos a las mujeres sin que ellas se lo pidan y que siempre comienza sus frases con: «Lo que tenéis que hacer las mujeres...») o lola («Llave de kárate o cualquier otra acción incisiva y eficaz con la que una mujer se defiende de su agresor sexual al tiempo que, arrogante, le suenta: «lolamento»). No está mal para comenzar a llamar las cosas de la manera adecuada, ¿no?.

*Escritora y periodista