Francisco Cerecedo era un profesional muy brillante. En 1977 viajó a Bogotá junto a un grupo de enviados especiales, con motivo de la visita oficial de Felipe González; y allí falleció repentinamente. En 1983 la sección española de la Asociación de Periodistas Europeos, a la que pertenecí, inició los trámites para crear un premio anual que honrase los méritos profesionales de periodistas. Llevaría el nombre de Cerecedo. En las cinco primeras ediciones lo entregó Felipe González y a partir de la sexta hizo la entrega el entonces Príncipe de Asturias don Felipe de Borbón. Desde 2004 lo entregó ya siendo Felipe VI. Hace unos días entregó el premio a la norteamericana Anne Applebaum que agradeció el galardón no solo con las habituales palabras de cortesía.

Como autora del libro ‘El ocaso de la democracia’, apuntó a ese gran problema que tanto atañe al periodismo en general. Advirtió que «la falta de rigor del periodismo puede influir en que el ciudadano ignore las pruebas que atestiguan la corrupción; por eso no es casualidad que la corrupción, la autocracia y la debilidad de los medios de comunicación vayan tan a menudo de la mano». Se refirió, asimismo, a lo evidente: los poderes políticos tratan de neutralizar a los medios de comunicación. Anne Applebaum aludió a una realidad global, pero se le notaba en sus palabras su buena información sobre un peligro que atañe también a España. El poder político trata de neutralizar el sistema democrático; y lo consigue cuando los medios minimizan noticias importantes que llegan a la opinión publica descafeinadas. Por eso no pasa nada.

*Periodista