Los de mi generación recordamos todavía las imágenes de alguna revolución que dejó de estar pendiente. Nicaragua sin ir más lejos. Es fácil rememorar a Somoza y sus secuaces huyendo después del triunfo del Frente Sandinista. Vergüenza provoca hoy oír el nombre de Daniel Ortega, uno de sus líderes. Es como si de repente todo lo que fue utopía sea hoy una nefasta realidad. Así es imposible construir nada, ningún proyecto más justo, más democrático, más libre. A estas alturas, pues, todas las ilusiones de cambiar el mundo se han ido cayendo una tras otra. Hace mucho tiempo que para mí no tienen ningún crédito aquellos que vienen a salvarnos, porque a fuerza de querer salvarnos siempre nos hunden en la miseria y, sobre todo, son ellos los que ‘salvan’ sus ambiciones más abyectas.

¿Queda alguien ahí de aquella revolución? Nadie, ni Carlos Mejía Godoy, ni los de Palacagüina, ni Ernesto Cardenal, ni la sombra de Augusto Sandino. No queda nada más que un miserable que ha convertido a Nicaragua en una enorme casa del terror. Y mientras, no sé si por vergüenza o por desdén y olvido, a nadie parece interesar mucho lo que allí está ocurriendo. El pisoteo a los derechos humanos que allí está aconteciendo no parece ocupar un lugar destacado en la agenda internacional. Hay declaraciones y se aprobaron resoluciones, pero no suficientemente duras como para cercar al régimen. De momento a nadie preocupa demasiado la campaña electoral que ha emprendido el presidente Daniel Ortega en Nicaragua. Básicamente su estrategia electoral de cara a las elecciones presidenciales de 7 de noviembre de 2021 consiste en detener arbitrariamente y perseguir y encarcelar sin tregua a todos los críticos con su gobierno, a los precandidatos de partidos opositores, a activistas en defensa de los derechos humanos y a periodistas. Es de prever, con estos antecedentes, que su ‘triunfo’ electoral sea épico.

El Consejo Supremo Electoral está integrado por miembros afines al gobierno para que no quede la menor sombra de duda de que el proceso será perfectamente ‘democrático’. Pero no hay mejor programa para vencer las elecciones de modo aplastante que detener a todos los candidatos opositores. Cristiana Chamorro, Arturo Cruz Sequeira, Félix Maradiaga. Miguel Mora Berberena y Juan Sebastián Chamorro están de momento entre rejas y a la espera de procedimientos judiciales fundamentados en falsas acusaciones que, con toda seguridad, los mantendrán en prisión y privados de sus derechos para concurrir a la cita electoral de noviembre.

Según Human Rights Wacht en su informe de junio pasado, otra estrategia empleada es cercar los domicilios de los críticos y sus familiares para evitar que puedan salir de sus casas, impidiendo su participación en cualquier clase de actos políticos o incluso en las actividades de la vida diaria como ir a la compra. Se les somete a controles y hostigamiento permanente a las puertas de sus casas y en ocasiones se les detiene por la policía del régimen para aplicarles un trato vejatorio durante algunos días en los calabozos de las comisarías. Incluso a sus hijos se les impide ir al colegio y se les persigue en motocicletas por fuerzas paramilitares por las calles para amedrentarlos. Todos estos hechos están perfectamente documentados no solo por testimonios orales sino por grabaciones de todo tipo que circulan entre los nicaragüenses y los medios internacionales.

Daniel Ortega ha traicionado los ideales de la revolución y ha convertido su régimen en un remedo del somocismo incluso evocando su condición de dinastía corrupta. Su retórica antiimperialista y anticapitalista suena tan desafinada como la de los otros dictadores que transformaron sus revoluciones en dictaduras implacables. Olvida que el mismo es un dictador que ha obligado a marchar al exilio a más de 108 mil nicaragüenses en pocos meses, además de a todos los que ha encarcelado. Siempre es mejor echar la culpa a otro para tapar las propias vergüenzas.

El Parlamento Europeo aprobó hace cuatro días una Propuesta de Resolución Común en la que además de denunciar estas y otras fechorías del régimen, respalda la actuación de todos los organismos que están trabajando por recuperar la democracia y los derechos humanos en el país. Ha solicitado que la Oficina del Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los derechos humanos pueda acceder para supervisar las conductas contrarias al respeto a los mismos. Pero también en su declaración pide un control internacional de los activos financieros producto de operaciones ilícitas del que llama régimen Ortega-Murillo, en alusión a su mujer, que es copartícipe de esta corrupción escandalosa. Finalmente solicita que se amplíe la lista de allegados al matrimonio que deben ser objeto de sanciones con el fin de velar por el cumplimiento de los mandatos internacionales en defensa de los nicaragüenses.

No sé hasta qué punto serán eficaces estas medidas, pero me reafirman en la debilidad de la democracia en muchos países. Allí el sueño duró poco y el despertar ha sido horrible. Todos los que no se someten al imperio de la ley y al respeto de los derechos humanos, con argumentos de salvación por la patria, por el pueblo, por el orden, por la raza, por la justicia, por la libertad o por lo que se quiera, siempre nos conducen al mismo lugar: a enriquecerse ellos y a someter al imperio de la injusticia a los demás. No se dejen engañar por cantos de sirena provengan de donde provengan. Todo es mentira, quien ofrece salvación termina por aplicar, cuando llega al poder, represión y muerte. No hay más. La historia ya está escrita por los de un color y los del contrario, que al fin son los mismos.

**Catedrático. Universidad de Córdoba