Los que venimos frecuentando nuestra sierra cordobesa desde hace años más que como una actividad de ocio, como un estilo de vida, nos percatamos con la sagacidad de un notario, como a partir de esta pandemia la gente, como llamamos los cordobeses a una masa humana impersonal, se está echando no al monte, pero si a la Sierra. Es lógico y hasta saludable que las personas busquemos el contacto con la naturaleza, no solo para alejarnos de ese pasillo de hospital en el que se han convertido nuestras calles, sino para equilibrar, según los expertos, los iones negativos (que son los buenos). Incluso en algunos casos como son los de las barriadas periféricas de Trassierra y Cerro Muriano, más de uno de los que ya tienen vivienda se está topando con más de un conocido que solo veía el campo en los documentales y al que la pandemia lo ha exiliado a la serranía en modo alquiler o casa rural. Y es que si algo tienen, por ejemplo, estos dos barrios periféricos mencionados es que están en plena naturaleza. Pero como tantas otras consecuencias de esta pandemia para las que no estábamos preparados y que son sobrevenidas nos están planteando nuevas situaciones y nuevos problemas. Así lo ha puesto recientemente de manifiesto el Consejo de Distrito de la barriada periférica de Trassierra, en Córdoba, que ha dejado claro recientemente la "situación de inseguridad que existe en la Sierra" y que la misma "se está viendo acrecentada como consecuencia del largo periodo de pandemia", que hace que cada vez más personas visiten este entorno natural, haciéndose necesario "incrementar la vigilancia". La barriada de Cerro Muriano no se queda atrás. Irse a la Sierra para atenuar los efectos de la pandemia y ya de paso reconciliarnos con la naturaleza es como decimos saludable y oportuno, pero con estrategia. No se trata de hacerlo en modo guerrillero: ¡a la Sierra!

* Mediador y coach