Como tantos españoles, he visto la película de Amenábar Mientras dure la guerra. Creí que trataba sobre la vida de Miguel de Unamuno, profesor, escritor de ensayo, novela y poesía; filósofo y político. Cambiante en su búsqueda de la verdad, la justicia, la perfección... Eterno desengañado que de republicano acaba apoyando el levantamiento, al que finalmente, se enfrenta con su famosa frase: «Venceréis pero no convenceréis». Y de ateo termina refugiándose en Dios, que es lo único que le queda. Pero Amenábar solo nos lo presenta en sus últimos meses, ya que muere en enero del 37. Y creo que lo utiliza como pretexto para analizar la figura de Franco y la famosa Junta Militar que lo elige como mando único, pese a la oposición de algunos generales, que ceden a condición de que solo sea «mientras dure la guerra».

Vemos la ambición caudillista de Franco, las urdidumbres del «cuñadísimo»... A Millán Astray, el único personaje puro dentro de su fanatismo guerrero... «Viva la muerte, muera la inteligencia». Bastante bien documentada, sin llegar a exponer la verdad que se oculta siempre tras cada hecho histórico. Los militares ya estaban descontentos a partir de que Largo Caballero (aciago personaje) proyecta cerrar academias militares, ya que tras perder las colonias, sobran gran cantidad de mandos. Al evolucionar la República en un «manga por hombro», tienen ya una causa para dar el golpe de Estado.

Alguien ha dicho que la película deberían verla los dos bandos (¡persisten!). Para mí, no llega a ser lo suficientemente equidistante. Sí hay detalles que hacen reflexionar: La inacabable discusión entre Unamuno y el profesor socialista, que ni sirve ni les aporta nada a ninguno... O cuando dice Unamuno (extraordinaria interpretación del también vasco, Karra Elejalde) «Todos somos españoles».

También es muy elocuente, cuando al cambiar la bandera de la 2ª República por la rojigualda, los jóvenes, con mirada ilusionada, comienzan a cantar el himno y acaban en el «la, la, la…» actual.

En fin, como se suele decir: «Nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira». Y yo añado: «Ni siquiera el color del cristal con que se mira».