Mientras le ponen y no le ponen a los marchamos de los jamones la etiqueta "La OMS advierte de que comer jamón puede ser mortal", al lado de fotos de cáncer colorrectal, y antes de que nos invada la histeria, recomiendo una visita detenida y gozosa por los valles de los Pedroches y del Guadiato. En nuestras visitas invernales a las aldeas siempre vimos mujeres orondas, saludables, viejos pegados a sucesivos vasos de vino --también muy perjudicial--, gentes que tiraban de lomo de orza y morcilla de sangre a la mínima que apretara la gazuza; y ahí están, que da gloria verlos. Dice la OMS, ese organismo de siglas cuasi budistas que un mal año nos metió el miedo en el cuerpo con lo de la gripe A, una gripe que todos los médicos sabían que no es inhabitual ni necesariamente más mortífera que la normal de andar por casa, pues todo depende del según y cómo y, sobre todo, el para quién; la OMS, digo, nos tira ahora a la cara que las carnes procesadas provocan cáncer, pero nuestra experiencia demuestra que no puede ser lo mismo un jamón, una morcilla, un chorizo, unas salchichas y salchichones puestos a curar al aire, al frío de las sierras, recubiertos de sal un tiempo y colgados otro buen rato, que un vulgar y sospechoso cigarrillo. Incluso un buen jamón cocido y en su gelatina no puede ser lo mismo que un paquete de patatas fritas en grasa animal como las hacen por ahí. Aquí me huele a tufo, a algún interés oculto que se nos escapa. Descartado el interés de las empresas farmacéuticas como cuando la gripe, esto va a ser por la envidia del mundo contra nosotros por que un español sea el más rico del mundo.

* Profesor