Los datos sobre la deuda de las administraciones locales difundidos por Hacienda demuestran que el Ayuntamiento de Córdoba hizo bien sus tareas en el periodo 2011-2014, cuando afrontó una situación cercana a la quiebra y se adaptó a los recortes impuestos por el Gobierno y las directrices de la UE. La gestión del PP contuvo el gasto y redujo la deuda, de tal forma que Córdoba es hoy la sexta capital española en bajar su montante (de 316,6 millones de euros en el 2011 a 265 al cierre del 2014, una reducción de la carga financiera de 51,6 millones de euros) y la tercera capital andaluza con menos deuda por habitante, 807,89 euros. Solo Málaga, por un importe superior (--116,7 millones), y Sevilla, por una cantidad mínima (--8,9 millones) han recortado sus débitos con los bancos, mientras el resto de capitales andaluzas los han incrementado.

Córdoba queda en una buena posición, ya que lo que debe supone el 91,5% de su presupuesto (antes era el 113%) y podrá endeudarse para invertir. La responsabilidad política debe ser coherente con los tiempos que tiene que administrar, y si al PP le tocaron tiempos de ajustes, al nuevo gobierno local de PSOE-IU se le abre la oportunidad de acometer nuevas inversiones. Pero con cautela, sabiendo que de esas "cuentas sin alma" que achacaba la alcaldesa, Isabel Ambrosio, al anterior alcalde, José Antonio Nieto, no podemos pasar la frontera de solo poner alma en las cuentas. Habrá que poner también cabeza y buena administración, como pidió la propia Ambrosio a su gobierno municipal el primer día de trabajo. Cambian las prioridades y los tiempos lo permiten, pues unas cuentas saneadas obligan a responder mejor a las necesarias políticas sociales. Es otro tiempo, pero ni para hipotecar a las instituciones ni para abandonar a la sociedad.