Aunque parezca un escenario político nuevo, las cuestiones que se han dilucidado en la gestación de pactos de gobierno son tan antiguas como la política. Se trata de obtener el poder y utilizarlo para transformar la sociedad, las relaciones sociales, aunque éste se interprete en cada momento con sus propias claves. Apunto brevemente las más interesantes.

Los partidos compiten por el poder (se trata de gobernar) bajo unas normas que conocen, por ello, me ha llamado la atención la declaración del PP de que debe gobernar la lista más votada, sin más. No se argumenta una preocupación por la representatividad del sistema electoral (que ciertamente tiene algunos problemas), ni se explica que ésta opción siempre beneficia al PP porque favorece la concentración del voto frente a la fragmentación. No. La lista más votada en mejor en sí misma.

La segunda ha sido la disposición al acuerdo mostrada desde el primer momento por una izquierda fragmentada, cuya idiosincrasia en Córdoba no permite alcanzar mayorías absolutas. De hecho, PSOE e IU han pactado para co-gobernar a pesar de las dificultades añadidas recientemente. Parece que han interiorizado que en la política municipal ocurre como en la estadística: cuando la fragmentación es alta, ésta tiene que reducirse a pocos factores si se quiere ser operativo.

La tercera es el rechazo de Ganemos al ejercicio de la cuota de poder legítimamente obtenida en las elecciones. Esta situación me plantea cuestiones que afectan al propio sistema político, como son: la contradicción entre fines y medios, la utilidad de la democracia directa y la representativa, la distancia entre ideal democrático y realidad política, etc.

La cuestión es que en los últimos años se ha fraguado discurso alternativo cuyo eje vertebral es propiciar unas relaciones sociales más democráticas, más justas y más solidarias. Este discurso se encarnó en la agrupación de electores Ganemos, que con un gran esfuerzo logró avales y votos. Incluso alcanzó la posibilidad de gestionar en el gobierno municipal "La cuestión de los desahucios", problema que entró en el discurso público y en la agenda política gracias a parte de sus miembros.

Pero Ganemos rechaza gobernar y yo me hago algunas preguntas: ¿qué gana Ganemos renunciando a la única oportunidad de acción que ha tenido hasta ahora?, ¿cómo va a explicar a sus voluntarios el esfuerzo exigido para organizarse?, ¿cómo explicará su inacción a las víctimas de los desahucios?, ¿Y la frustración a quienes confiaron en sus posiciones frente a la Mezquita o al medio ambiente?

Ante tantas preguntas, la única respuesta que puede explicar algo es insuficiente, pero muy explícita: es la asamblea, estúpido.

* IESA-CSIC. Doctora en Sociología