No se ha perdido, menos mal, la tradicional costumbre de los christmas, lo que ha cambiado es la forma de enviarlos. El e-mail ha sustituido al correo postal. Ahora casi todo llega vía ordenador o teléfono. Tiene la ventaja de la inmediatez, del colorido, pero, quizás ha perdido ese calor que nos trae siempre el sobre cerrado, del que nos queda la certeza de que sólo se envía a nosotros. ¡Cuántos mensajes en tantas felicitaciones! Y cuántos deseos de felicidad, de valores humanos, de virtudes cristianas, de horizontes atrayentes y luminosos, escritos mirando al portal de Belén. Me gustaría comenzar por la felicitación navideña del Papa Francisco, que nos invita a "oír la voz del amor", porque no podemos olvidar que el argumento central de la Navidad es el amor, como el propio Cristo comunicó a Nicodemo durante sus charlas nocturnas en la alta madrugada palestina: "Tanto amó Dios al mundo, que envió a su hijo para salvarlo". Esa es la clave, el punto central de la Navidad: el amor de alguien que, desde su misteriosa infinitud, nos envía un salvador que alivie nuestros males, cure nuestras enfermedades, sacie el hambre y abra las puertas de unos cielos nuevos y una tierra nueva para que todos seamos felices. Este argumento se derrama en muchas felicitaciones navideñas. En la del Papa: "Navidad eres tú, cuando decides nacer de nuevo cada día y dejas entrar a Dios en tu alma". En la del obispo de la diócesis, Demetrio Fernández, que cita una carta de Juan de Avila a Teresa de Jesús, dándole su juicio acerca del libro de la Navidad, y añade el prelado: "Dios te conceda su amor y su propio conocimiento". En el chritsma de un amigo poeta, Miguel Angel Mesa: "En este mundo en crisis, en medio de tanto dolor y sufrimiento, para no sucumbir al lamento, sino para seguir adelante, hay que contemplar las estrellas que ya murieron, pero que siguen enviándonos su luz". Y envía también un breve poema, avisándonos: "Dentro de ti / hay una estrella, / oculta, silente...". En el recuerdo por Navidad de un antiguo compañero periodista, Santiago Chivite: "Si fuera gaviota, te diría: Vente a volar alegre / que es tiempo y es aire de volar". En el aire familiar del christma de Sara Aranda, desde Hinojosa del Duque, haciéndonos también una invitación: "Es Navidad, dulce esperanza. ¡Manifiesta tu alegría! Recibe mi abrazo, en él van mis manos; si las necesitas, tienes las dos". Y así, podríamos seguir desgranando cada felicitación. Ciertamente, constituyen recuerdos de amistad pero, al mismo tiempo, los christmas tienen la misión de anunciar esa gran noticia que proclamaron los ángeles, los primeros periodistas de la historia, comunicando al corazón de la humanidad que nos ha nacido, nada más y nada menos, que el Salvador. ¡Como para volverse locos de alegría!

* Sacerdote y periodista