La ciudad de Madrid acoge este sábado, a partir de las 12 horas, una manifestación en favor de la vida humana desde su concepción hasta su ocaso natural. "Cada vida humana importa. Por la vida, la mujer y la maternidad" es el lema. Hace unos días, el Papa Francisco mantenía un encuentro con la Asociación de Médicos Católicos de Italia, pronunciando un contundente discurso sobre el valor de la vida humana, en el que denunció, en el penamiento dominante, la "falsa compasión" que se presenta como una ayuda a la mujer, el favorecer el aborto; como un acto de dignidad, el procurar la eutanasia; como una conquista científica "producir" un hijo considerado como un derecho y no como un don; o usar vidas humanas como conejillos de indias para salvar, presumiblemente, otras vidas. Francisco subrayó con fuerza que el aborto no es un problema religioso o filosófico sino científico, porque se trata de una vida humana a la que no es "lícito" eliminar. Hace muchos años que el filósofo Julián Marías, cuyo centenario del nacimiento celebramos este año, nos advirtió de que la aceptación social del aborto había sido uno de los hechos más graves de nuestro tiempo. Sin abortos provocados, la sociedad será moralmente mucho más limpia. Nadie tiene el derecho a decidir a quién se deja nacer y a quién se le corta el paso. "¿Cómo es posible que el Tribunal Constitucional no haya respondido todavía al recurso que hace cuatro años le fue presentado contra la segunda ley del aborto?", se preguntaba el presidente de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Blázquez, en su discurso a la Asamblea plenaria. Mientras tanto, el clamor del Instituto de Política Familiar, afirmando que "Europa está inmersa en un invierno demográfico sin precedentes, con un gran déficit de natalidad y con cada vez menos matrimonios y más rotos". El grito de la vida golpeará siempre las conciencias libres.

* Sacerdote y periodista