"Lamentablemente, tengo contraída una deuda a la que nunca podré hacer frente", admitió Luis Carrasco, uno de los etarras condenados por el atentado de Juan María Jauregi. La viuda del político y el victimario protagonizaron uno de los encuentros que se celebraron entre víctimas y presos de ETA acogidos a la vía Nanclares , el camino de los terroristas desvinculados de la lucha armada, arrepentidos y comprometidos a pagar la responsabilidad civil a sus víctimas.

El filósofo Reyes Mate, en su libro Justicia de las víctimas , reflexiona sobre la reconciliación de la fractura social en el País Vasco.

Para ello es necesario que las víctimas, "que una vez fueron declaradas desechos, seres inservibles o innecesarios para la construcción de la patria vasca", se sientan imprescindibles.

Del mismo modo que el criminal, "si quiere dejar de ser un proscrito y volver a formar parte de la sociedad, tiene que anhelar la vida que ha destruido y, por tanto, lamentar el daño que ha causado".

El perdón no es el olvido, pero la culpabilidad puede transformarse en responsabilidad. La vía Nanclares nació con el Gobierno socialista y ha quedado interrumpida desde el triunfo de Rajoy.

La culpa flota en el País Vasco. La culpa de los que mataron, de los que les justificaron y de los que dieron la espalda a las víctimas.

La vía Nanclares es un modo de mirarse unos y otros a los ojos y empezar a saldar deudas. La vía muerta no es una solución. H

* Periodista