La formica, aunque muchos pronuncian fórmica, cumple un siglo de existencia. Y con varios de los requisitos de un mito creativo, empezando por la serendipia, fue un hallazgo inesperado. En realidad no nació como recubrimiento decorativo, sino como un vulgar aislante. Su nombre deriva de for mica , es decir, para sustituir al mineral que por entonces se usaba como aislante. Pero su proeza más preciada es haber convertido una marca en nombre genérico. A ese olimpo nominal solo han llegado unos pocos privilegiados, el clínex, el velcro, la aspirina, el rímel, y por estos lares el chupachups, la tirita para designar las bandas protectoras, la mery para la fregona o el pan bimbo para cualquier pan de molde en rebanadas. Fueron dos ingenieros eléctricos de Westinghouse, Herbert Faber y Daniel O´Conor, quienes descubrieron en 1913 el nuevo material a base de capas de papel de estraza empapadas en resina de melamina. Conscientes del potencial de su invento, lo patentaron y crearon su propia empresa, Formica, en Cincinnati. Pero fue en 1927 cuando surgió la aplicación que cambiaría radicalmente el porvenir de la marca. Se les ocurrió litografiar una imagen decorativa en la plancha, y así nació el material de recubrimiento moderno por antonomasia. Tras la segunda guerra mundial lo introdujeron en España --se fabricó en Galdácano-- y enseguida conquistó las cocinas aportando limpieza y resistencia. Su logotipo, creado por Raymond Loewy (Lucky Strike, Spar, Shell o Lu), y su popular estampado con bumerarnes de 1950 son hitos de la historia del diseño. Ahora el prestigioso grupo Pentagram ha celebrado el aniversario creando un innovador muestrario con el slogan For-ever , sin atreverse a tocar la famosa F. Un secreto: a pesar de los miles de modelos comercializados, el blanco sigue representando el 70% de la producción. Lo clásico no cambia.

* Periodista