En eso han estado acertados desde el Ayuntamiento: el concierto estrella de esta noche en la caseta municipal, una vez que las luces del Real se enciendan y comience la fiesta, a las 24 horas, lo protagonizará el grupo Celtas Cortos, de legendaria resonancia en gentes ya algo pasadas de cochura. A lo mejor es un aviso subliminal del Consistorio que en vez de no decir lo que quiere decir --concentración juvenil en el Balcón del Guadalquivir por botellón-- dice exactamente lo que quiere decir: que en esto de la Feria nos vamos a ver tan recortados en tantas cosas --en principio, en días-- que la memoria nos va a remitir a aquellos tiempos en que fumábamos Celtas cortos (sin emboquillar) y bebíamos tinto y ginebra de garrafón. Por lo pronto, nada más cruzar el "arco del triunfo" (será ya una victoria embarcarse en la Feria con la que está cayendo) de la portada la caseta de la Peña Fosforito --según anuncia-- ofrece aperitivos gratis con la bebida. Un triunfo del sentido común para gentes de economía de guerra que ya ponen en práctica bastantes bares de Córdoba, ciudad que tendrá que olvidarse de la aristocracia de la copa a palo seco si quiere competir con la atractiva globalidad de la tapa gratis. No sabemos qué precios nos encontraremos en la Feria, pero no vale criticar a los políticos y sus sueldos y luego, cuando nos toca a nosotros ponerle números a los productos en vez de imitar al Gobierno francés, que se ha rebajado el sueldo un 30%, nos guiamos por la lista de los 40 principales . Si la crisis nos enseña cada día un perfil más siniestro, la Feria no debería ser una continuidad del protagonismo de la prima de riesgo y de los mercados. Hacen falta precios populares donde ganen caseta y cliente. Si no habrá que volver al tiempo de los Celtas cortos y el garrafón.