La reciente propuesta de la Confederación de Empresarios de retirar la prestación por desempleo a quien rechace un empleo en otro lugar, aunque sea "en Laponia", ha sido una forma poco afortunada de plantear una cuestión que, eso sí, requiere una supervisión. En un momento en el que la reforma aprobada por el Gobierno recorta a los trabajadores parte de sus derechos laborales no parecen lógicos más cambios. A esto hay que unir la frivolidad con la que el miembro de la CEOE apostilló lo de Laponia. Y es que lo que se necesita para salir de la terrible crisis económica que se ha cobrado ya más de 5 millones de parados es crear empleo, no recortar más los actuales derechos y menos en una prestación que ha permitido subsistir a miles de personas tras quedarse sin trabajo. Pero la brusquedad con la que se ha puesto la cuestión sobre la mesa no puede ocultar que hace falta una revisión del sistema, siempre y cuando se respeten sus pilares básicos. Aunque siempre es injusto generalizar, es verdad que hay desempleados que no buscan trabajo hasta no agotar el paro, al considerarlo una renta a la que tienen derecho por el tiempo que han cotizado. Esto les lleva a rechazar la oferta que ocasionalmente puedan recibir, aunque habría que analizar caso por caso de qué tipo de trabajo se trata, porque hay muchos casos en los que el salario y la situación familiar no compensan para aceptar un empleo en otra ciudad. Es una cuestión delicada que requiere un análisis en profundidad más que una declaración de brocha gorda.