Las guerras son una atrocidad y un fracaso. En nuestro caso, la incivil del 36 al 39 es un doble fracaso porque algunos aún no han cerrado las puertas del templo de Jano y, por tanto, hacen oídos sordos a las voces de la reconciliación y la concordia. Entre éstos, se encuentran tanto los Camps que se creen que no han acabado los tiempos de los "muertos en las cunetas" como los Guerra que pretenden legitimar la España democrática de hoy solo si es continuadora de la del 31, olvidando ambos que la Constitución del 78 fue legitimada a través del voto de los españoles que habían superado, que no olvidado, los 40 siglos del franquismo. Parece que unos y otros necesitan un reloj con la hora del 2009 y también unas gafas para ver la sociedad de nuestros días.

Pensaba este ciudadano estas cosas mientras esperaba que diera comienzo una de las conferencias sobre la Segunda República en el exilio, en el Palacio de la Diputación cordobesa. Establecida para las 11.00, empezó 15 minutos más tarde. Tuvimos que esperar el 25 por ciento del tiempo programado. Es como si a los organizadores se les hubiera parado el reloj de la historia, como si quisieran detener un tiempo pasado que nunca fue mejor, como si no se dieran cuenta de que el paso de los acontecimientos es inexorable y arrolla, por tanto, cualquier tentativa de anclarnos en unas vivencias que no tuvimos, en unos recuerdos que no compartimos, en unos hechos que no añoramos.

Y no ven, por mucha gafa que pongan en su cartelería de propaganda. Da la sensación de que padecen una ceguera histórica que les impide percibir que la historia se construye sobre los cimientos del acontecer humano. Y una ceguera social que no les deja ver que la gente no quiere ser como la mujer de Lot sesenta años después de habese extinguido el fuego fraticida del 36.

Me parece que el Guerra, la guerra, ya no molan.

Juan P. Gutiérrez García

Córdoba