El atunero vasco Alakrana navega hacia las islas Seychelles después de ser liberado por los 63 piratas somalíes que habían secuestrado hace 47 días al barco y a sus 36 tripulantes. Se prevé que hoy llegue a esas islas y mañana, a España. La liberación se produjo tras el pago de un rescate de 2,3 millones de euros, que entregó el armador, aunque es previsible que, pese a que el presidente del Gobierno se negara ayer a precisarlo, el Estado haya participado en la consecución del dinero.

Bien está lo que bien acaba. La liberación del Alakrana es un éxito para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, pero el final feliz no debe hacer olvidar el desarrollo del secuestro, en el que el Ejecutivo ha cometido errores. El principal es la detención de dos piratas el 4 de octubre por parte de la Armada española y su posterior traslado a España, tan solo dos días después del secuestro.

COMPLICACIONES INNECESARIAS

Traer a los piratas a España comportaba procesarlos y, en su caso, juzgarlos de acuerdo con las leyes de un Estado de derecho, lo que, en una situación de extrema tensión, con el barco en poder de los secuestradores, solo podía contribuir a exacerbar los ánimos de los piratas y a crear complicaciones innecesarias. Una de ellas fue la rocambolesca polémica sobre la mayoría o minoría de edad de uno de los apresados, lo que tardó en sustanciarse nada menos que 15 días.

De todas formas, hay que decir también que la detención de los dos piratas no ha dificultado al final la resolución del secuestro, ya que este ha terminado sin que los detenidos hayan sido ni enviados a Kenia o Somalia ni liberados. El Gobierno dejó creer, además, que la decisión del traslado era de los jueces, lo que provocó una nota de la Audiencia Nacional, que responsabilizó de la iniciativa al Ejecutivo.

DEL SILENCIO A LA ALGARABIA

En el primer mes de secuestro, el Gobierno optó por el silencio y la discreción, como era oportuno. Después, asistimos a una algarabía de declaraciones, descoordinaciones y acusaciones. Ahora ha llegado el momento de que el Ejecutivo explique su actuación durante todo el secuestro porque el PP, que al principio cargó contra el Gobierno de forma inoportuna e irresponsable, ya ha anunciado que va a desenterrar los ataques que aceptó aplazar mientras los pescadores estuvieran secuestrados en manos de los piratas.

La serenidad facilitó las cosas, Rodríguez Zapatero se implicó directamente y el Gobierno se puso manos a la obra para conseguir el final satisfactorio que se produjo ayer y por el que hay que felicitarse.